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Grandes Pequeñas Mentiras

FUENTE: Guetty Images

Por DANIELA RIVERA

Lo confieso: soy una viajera impaciente y frustrada de las plataformas para series de televisión. Netflix, Hulu, Fox Play, Amazon Prime Video, HBO Go, ustedes pongan el nombre del streaming, yo las palomitas, el tiempo y la desesperación por encontrar joyas auténticas disfrazadas de series de televisión. Es como si tuviera una vida doble, de día soy una mujer normal que trabaja, cumple, ama y convive de forma conveniente y humana, y de noche o en mi tiempo libre soy una maniática enajenada con el drama televisivo accesible vía internet, control en mano, dispositivo digital perfectamente conectado.

 

En materia de dramas para televisión, soy como un espía ruso de la guerra fría: persigo a mi presa sin que se dé cuenta, la ubico y la estudio meticulosamente, luego la acorralo y le extraigo todo tipo de información, que en el caso de las series de comedia y drama corresponde a todo tipo de emoción o de sensación, llantos desaforados, risas sin control, viajes al confín del mundo, experiencias auditivas o visuales inimaginables.

 

Como mi vida secreta (que es la más intensa de las dos que tengo) discurre en la intimidad de mi habitación y depende enteramente de las bondades de las productoras de televisión, tengo que escoger con gran esmero y dedicación la serie perfecta para cada ocasión. Así que la búsqueda de la pieza ideal es lo que consume la mayor parte de mi tiempo de ocio, porque la oferta ha crecido bastante, hay que decirlo, pero casi todo es paja, lamentablemente, y hay que estar alertas, muy al pendiente de las críticas de televisión y las novedades.

 

Hace unos meses me encontré con una de esas joyas televisivas invaluables, una de las mejores series que en mi vida haya visto. Descubrirla ha sido una de esas experiencias emocionales que marcan épocas, de las que te dejan sus escenas tatuadas en la memoria y te hacen decir después de algunos años: “¿te acuerdas de aquélla serie donde actuaba fulana?”

 

Se llama Big Little Lies, que en español sería algo así como Grandes pequeñas mentiras, o Grandes mentiritas, es una miniserie basada en el libro del mismo nombre escrito por Liane Moriarty, que se transmite por HBO y fue desarrollada para la televisión por David E. Kelley y el director Jean-Marc Vallée (Dallas Buyers Club). 

 

Big Little Lies cuenta la historia de cuatro mujeres que radican en Monterey, California: Madeline (Reese Whiterspoon), ama de casa adinerada, histérica y un tanto neurótica, sin mayores conflictos aparentes que los problemas que le genera la producción de una obra teatral (Avenida Q) para la comunidad local, una mujer con una vida en apariencia ideal, pero que en el fondo está insatisfecha, no siente gran atracción por su esposo actual, tiene un romance secreto con el director de la obra de teatro, siente un desmedido rencor hacia su exesposo y hacia la novia ultracool de éste (Bonnie, interpretada por Zoë Kravitz), y por si fuera poco, percibe una creciente distancia emotiva que amenaza con separarla de sus dos hijas: Abigail, una adolescente rebelde y conflictiva producto de su primer matrimonio, y Chloe, una niña de 7 años, melómana pop que raya en la genialidad, producto de su matrimonio actual; Celeste (Nicole Kidman), que es exabogada dedicada al hogar y a la crianza de sus gemelos, los adorables Josh y Max, compañeros de escuela de Chloe, es la madre perfecta y bellísima esposa de Perry (Alexander Skarsgard), con el que tiene una relación codependiente y volátil, virando siempre entre lo tóxico y lo monstruoso, juntos protagonizan hacia el exterior el paradigma de la pareja ideal con la casa de ensueño y son la envidia de la comunidad; Jane (Shailene Woodley), madre soltera del pequeño Ziggy, también compañero de Chloe en la escuela, es contadora desempleada y no rebasa los veintitantos años, acaba de llegar al pueblo y trata de establecerse en esa comunidad burguesa y prejuiciosa; y finalmente Renata (Laura Dern), el paradigma de la mujer exitosa, CEO de una gran compañía,  “madre helicóptero” de Amabella, compañera de escuela de Chloe, Josh, Max y Ziggy.

 

Aunque ha sido catalogada por algunos críticos como una feria de estereotipos que sirven para satisfacer a un público entregado a la superficialidad, en realidad las historias de las cuatro protagonistas de esta serie, sirven a sus creadores para abordar temas controvertidos de la cotidianidad de cualquier comunidad de nuestro tiempo, temas como la violencia doméstica, la realidad del matrimonio, la infidelidad, el bullying escolar, la crisis de la mediana edad, la sobreprotección a los hijos, los modelos actuales de maternidad y paternidad, la crisis de las relaciones de pareja de la que todos hemos sido partícipes y testigos.

Big Little Lies cuenta además con el atractivo de presentar en pantalla un elenco privilegiado, con una Reese Whiterspoon que está en la plenitud de su madurez como actriz y consigue una de sus mejores interpretaciones en la historia de su carrera fílmica, y una Nicole Kidman que se encuentra sin duda en su mejor momento actoral y es la piedra angular sobre la que se apoya el director Jean-Marc Vallée para personificar la vulnerabilidad y la fragilidad de la víctima en una experiencia de violencia doméstica.

Pero la verdadera genialidad de esta miniserie de televisión, estructurada en siete capítulos contundentes y definitivos, no solo está en su elenco perfecto, su dirección puntual y el hiperrealismo de sus historias, está también en la potencia de sus personajes y de las situaciones en las que están envueltos, porque no sólo generan en el espectador una empatía por el dolor que sienten y por lo que están viviendo, son personajes que establecen una comunicación muy particular con su público, una especie de vínculo emotivo y virtual que surge ya desde el primer capítulo, una complicidad construida a base de los guiños a nuestra propia vida y nuestra propia circunstancia que nos hacen desde la historia que están contando en la pantalla, y como es bien sabido, esa complicidad genera en el televidente lealtades incuestionables con los personajes, a prueba de cualquier desencanto, a prueba incluso de cualquier desenlace.

 

Pocas veces en la vida se encuentran esas almas gemelas en el universo de las series televisivas, y cuando las encuentras se arman fidelidades definitivas, apegos muy fuertes que te hacen sufrir y llorar y sentir consuelo porque al fin sabes que alguien más en este mundo siente exactamente igual que tú.

 

Por series como Big Little Lies vale la pena ser una insomne que navega por las plataformas de streaming durante las madrugadas, una mujer con una vida secreta cuando las luces se apagan, una espía rusa de la guerra fría que finalmente ubica a su presa, la estudia, la acorrala, se planta en la cama con su bote de palomitas y le exprime todas las emociones que tenga, cada sensación latente, cada sonido y cada imagen, hasta la última lágrima.

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