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Un lobo nunca aúlla solo

por Vandi TA

 

Sí, lloré y lloré mucho, se derramó sangre inocente, las balas no entraron donde debían y lastimaron a jóvenes queridos por otros jóvenes.

 

Me levanté un día con ganas de vivir la vida; sin embargo, tenía mucho miedo, pues yo era el blanco perfecto, soy mujer y soy estudiante, ya había escuchado que está de moda acabar con nuestras vidas.

 

El lunes decidí que saldría a luchar por mis sueños, con miedo, pero lo haría como cualquier otro estudiante. Iba tarde y con demasiado sueño como para poder reaccionar ante cualquier situación, sin más que contar, llegué a la universidad, desayuné algo de la cafetería, platiqué con mis amigos y me fui a clase, días antes lo había escuchado y lo había leído: los habían matado, pero yo desconocía de dónde venían y qué era lo que hacían, hasta que llegó el mensaje, se acababan de llevar a una niña que esperaba su camión afuera de la Facultad, y según el mundo, era su culpa, por ser mujer, estudiante y esperar el camión a fuera sabiendo “cómo están las cosas”, me llené de miedo, ya ni siquiera mi escuela me garantizaba seguridad absoluta. Justo cuando pensaba que llegar a la escuela significaba “estar a salvo”, me di cuenta de realmente ya no lo estoy en ningún lugar.

 

Martes por la mañana, tomo el celular para ver los mensajes, las notificaciones y post de la gente que sigo, y entonces veo: “FACULTAD DE MEDICINA DE LA BUAP ENTRA EN PARO Y HACE MARCHA HACIA CASO AGUAYO EXIGIENDO SEGURIDAD”, ¡qué increíble!, más de 10 mil estudiantes marchando por mí, fueron a buscar al inútil gobernador por mí, y están entrando en paro POR MÍ.

 

Me dio tanto gusto verlos expresarse, pero a la vez me dio tristeza leer sus carteles “Ni una bata menos”, “mi mamá quiere un graduado, no un cadáver”, “vine a cumplir mis sueños, no a que me maten en él intento”, “casi lo logro mamá, casi, porque hoy soy solo un muerto más”.

 

Y es que eso sentimos, de eso se trata, señores, ¡nos están matando!, no profundizaré en mi sentir, continuó mi día, realice mis múltiples actividades, escuché que la gente hablaba de medicina y lo que había hecho tiro por viaje, la gente estaba asombrada, llegué a casa con varias historias que contar, entre ellas que la BUAP se había hecho notar, Medicina había puesto a la ciudad de cabeza, y entonces llegó, la noticia llegó a mis manos, la notica que puso a Puebla de cabeza, “COMPAÑEROS, EL DÍA DE MAÑANA NOS SOLIDARIZAMOS CON LA FACULTAD DE  MEDICINA EN BUSCA DE LA SEGURIDAD Y DE LA JUSTICIA, NOS VAMOS A PARO INDEFINIDO”.

 

Por alguna razón no lo creí, siempre hemos demostrado como universitarios que para organizarnos somos un caos, sin embargo, desperté a la mañana siguiente y la magnitud de las cosas era sorprendente, lo habían logrado, estaban haciendo lo que tanta gente temía, y no eran  los adultos, tampoco los niños, mucho menos la tercera edad, eran LOS JÓVENES, LOS ESTUDIANTES, esos que estorbamos en el camión, los que no dejamos dormir por nuestra fiestas, los que sólo molestamos, “LOS ESTUDIAMBRES”, salieron a las calles, cerraron la universidad, pusieron candados y detuvieron a la ciudad, cerraron bocas y se hicieron escuchar, el ambiente se sentía pesado, pero no por ser violento, al contrario, mis compañeros estaban haciendo todo de la forma más pacífica posible, si no que, era pesado por ser tan triste, había tanto dolor, tanta desesperación, tantas ganas de demostrar que estábamos hartos. Y comenzaron a circular las malas noticias, nos quisieron amedrentar, y a pesar de eso nunca desistieron, ahí siguieron y alzaron la voz.

 

Jueves por la mañana, tomé un didi, me dirigí a la Facultad de Ciencia de la Comunicación con tres maravillosos paquetes de galletas para los compañeros que habían dormido en la facultad, vi las cartulinas, leí todas y cada una de las demandas y aún no me podía creer los huevos que tenían mis compañeros. Entré a la Facultad, pregunté qué hacía falta, fuimos a comprar víveres y entonces cuando regresé a la Facultad llegó mi momento, el momento de gritar con ellos, de pedir a través de porras justicia y seguridad para mí y mis compañeros, entonces me paré en el camellón frente a mi Facultad, aquel camellón en el que me paré el primer día de clases, donde recordé mis sueños, donde pensé cosas de estudiantes como: “voy a comprar tacos para desayunar”, “puta, olvide la tarea”, “pinche vieja no va a llegar”, “hoy hay fiesta después de clase”, en fin, mil cosas, pero nunca, nunca me imaginé que justo ahí me pararía a pedirle a la gente que dejara su indiferencia, que se uniera a nosotros, es más jamás pensé decirle a la gente que por su hijo también estaríamos ahí, lo vi en la historia y en la tele, pero nunca imaginé ser yo quien gritaría que me faltaba un lobo en la manada, que no solo faltaban 43, si no que faltaban un chingo más, incluidos mis compañeros.

 

Creí que el sol debilitaría mis súplicas, que el cansancio sería un obstáculo, que las garganta seca me detendría, pero entonces comencé a ver a la gente sacar su puño por las ventanillas de sus coches en señal de apoyo, vi como nos levantaban los pulgares, cómo pasaban tocando el claxon, y entonces todo tuvo sentido, se nos reiniciaba la vida y gritábamos más fuerte, porque no estábamos solos, estábamos más acompañados de lo que pensábamos, las ganas de llorar inundaban mi ser y me hacían darme cuenta de que me emocionaba ser parte del cambio que necesita este país.

 

Como estudiantes hemos vivido muchas cosas, nos han querido dividir, la universidad nos ha quitado el apoyo aparentemente, el gobierno ha buscado la forma de detenernos, pero hoy más que nunca me ha quedado claro que no pararemos, hemos tomado todas las acciones necesarias para hacer las cosas de forma correcta y pacífica, hemos limpiado la universidad, y hemos cuidado a nuestros compañeros con la hermandad que hemos construido en estos días.

 

Ni mis compañeros, ni yo nos detendremos, aquí seguiremos, vamos a gritar más fuerte, cada vez el aullido se escuchará en todos los rincones del país, la lucha cesará cuando no se derrame más sangre, cuando los profesionistas seamos más que los muertos, y no nos detendrá ni el hambre, ni el sueño, ni el cansancio, la indiferencia está para detenernos, pero el pueblo con las bocinas de sus coches y los puños cerrados en señal de apoyo nos dan fuerza para seguir adelante.

 

Que vengan los que quieran, LOS ESTUDIANTES SE LEVANTAN.

 

No habrá un lobo más, no habrá un león más, un puma más, un águila más, NI UNA BATA MENOS, NI UN ESTUDIANTE MÁS.

 

-Donaji Torres Arroyo, una estudiante en busca de seguridad y justicia

 

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Vandi TA

Auténtica millennial, cuasi comunicóloga, amante de Disney y eterna reflexiva de la vida. Cree en el amor y  en el valor de los seres humanos más allá de su apariencia

Los Calzones de Guadalupe Staff

Aquí hablamos de lo que importa decir, que es generalmente lo que nadie quiere escuchar

Tags   estudiantes, marchas, protestas, Vandi TA

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