Un beso
por Samantha FLA
Me acerqué a ti ese día, con mucho miedo, claro que sí, mi mente daba vueltas – y si me acerco más y no logro llegar lo suficiente a él – pensaba, mientras tú ni siquiera te dabas cuenta del remolino de sensaciones que me estaba acribillando, me sudaban las manos, incluso me temblaban, la boca se me empezó a secar y el corazón se estrellaba frenéticamente contra mi pecho.
Dude en seguir adelante por miedo, ¡maldito miedo! Ese temor a ser rechazada o simplemente no ser correspondida, ahora ya nada podía detenerme, mi cuerpo seguía su trayectoria hacia ti y mis labios buscaban desesperados encontrarse con tu aliento, te vi tan cerca que quise frenar, pero el impulso ya no me permitió regresar.
Esos segundos antes de llegar a ti fueron el infierno – ¿o la gloria? –, no solo me estaba jugando mi imagen ante ti, me jugaba la vida y el amor, la muerte y la razón, tal vez a ti no te importaría mi atrevimiento – ¿quién se puede resistir a tus labios? – o tal vez, sería el fin de nuestra curiosa amistad, que a decir verdad estaba dispuesta a sacrificar con tal de probar tu boca.
En un abrir y cerrar de ojos ya estábamos frente a frente, te sorprendiste de verme tan cerca – creo que hasta te espanté – me daba miedo verte a los ojos, porque una vez instalada ahí, me iba a perder en tu mirada; pero no tuve opción, me vi reflejada en ti; creo que sonreíste – pero no estoy segura – a estas alturas mi mente se nubló, sentía tu respiración y después cerré los ojos. Por fin mi boca tocó la tuya, ya no estaba en la tierra, mis miedos se perdieron en tus labios.
– ¿Fueron segundos o años? –
Perdí la noción del tiempo y cuando abrí de nuevo los ojos, te vi frente a mí, tenías mi vida entre tus dedos, me abrazaste y susurraste frases que no alcancé a comprender, tu voz se hacía cada vez más audible, me llamabas casi a gritos, reaccioné y me di cuenta de que seguíamos en el mismo lugar, uno al lado del otro… no me había movido ni medio centímetro.
