Todas somos Guadalupe
por Eréndira Svetlana
Guadalupe es el nombre de mi amiga, una de las más leales, la que siempre está disponible para rescatarme; Guadalupe se llama también la señora que desde hace 20 años se levanta a las 5 de la mañana todos los días para atender el puesto donde comparamos tamales; Guadalupe es la maestra de primaria de mi hijo, siempre estricta, siempre disciplinada, siempre muy solidaria; es Guadalupe también la doctora que atiende con paciencia a sus enfermos en una clínica del IMSS más de 10 horas diarias; Guadalupe es la señora que me ayuda en la limpieza de la casa, honrada y trabajadora, la única que es capaz de preguntarme ¿qué se le ofrece señora? cuando me ve demasiado atareada; es Guadalupe la estudiante universitaria que se desvela todos los días para sacar las calificaciones más altas; Guadalupe es la secretaria de la oficina de gobierno que trabaja horas extras para apoyar a su departamento; Guadalupe es también la vecina, que se queda viuda un día y al siguiente se pone a coser ropa para mantener a su familia.
Guadalupe es la enfermera esmerada de un hospital público, es la mesera atenta de un restaurante sencillo, es la abogada diestra en un ministerio público que todos los días se enfrenta con funcionarios corruptos. Guadalupe es la madre soltera que cría sin ayuda a sus hijos, es la mujer divorciada que empieza a los 40 años una nueva vida a partir de cero, es también la madre entregada a la labor infinita de formar impecablemente a sus hijos, es la abuela cariñosa, la hermana leal que siempre se pone la camiseta de nuestra causa, es la tía fenomenal que tiene guardadas sorpresas para regalar a los sobrinos del alma, es la amiga incondicional que está dispuesta a sacrificarlo todo por la amistad, es la compañera de clase que da la cara por el equipo, es la novia comprensiva y fiel, es la esposa comprometida eternamente con su matrimonio.
Guadalupe es la mujer que ama con toda el alma a sus seres queridos, la que está dispuesta a todo para protegerlos, la que trabaja dos y hasta tres turnos para alimentarlos; Guadalupe es la mujer que lo entrega todo a diario, la que se parte el alma en la chamba, la que tiene siempre una sonrisa en la cara y le sigue echando todas las ganas a la vida a pesar de los reveses que le va dando.
Guadalupe es también la que se enamora, la que tiene energía de sobra para soñar con amores eternos y velos de novia, Guadalupe es la que se desengaña un día y llora, la que se deprime un tiempo y después renace de sus cenizas con más ganas, la que vuelve a enamorarse, la que cree en el amor a primera vista y tiene una fe ciega en los hombres, a prueba de todo tipo de traiciones.
Guadalupe es la que odia y grita, la que luego se arrepiente de sus desatinos y cura a los que haya herido con atenciones y cariños desmedidos. Guadalupe es la que perdona cuando el tiempo de perdonar llega, es también la que castiga cuando se necesita, la que calla con sabiduría y sabe reclamar con justicia. Guadalupe es la mujer compasiva, la del corazón gigante en el que caben todos los afectos y todas las emociones vivas, Guadalupe es la mujer intensa y apasionada que es capaz de arrebatos feroces, y a fuerza de voluntad es capaz también de levantar una comunidad entera.
Cuando pienso en las Guadalupes, pienso en las mujeres mexicanas, entregadas y chambeadoras, siempre fieles a sus afectos, invariablemente solidarias con su país y sus causas. Guadalupe es la mujer que ha construido en silencio los cimientos de esta patria, la que ha trabajado durante generaciones para formar hijos dignos, la que ha labrado caminos para que transite su descendencia, la que ha alimentado familias para sobrevivir la pobreza, la que ha fundado pequeñas empresas para escalar peldaño a peldaño su ascenso a la clase media.
Guadalupe es esta portentosa mujer que adorna con flores sus trenzas y se planta con su idiosincrasia a mitad de la geografía mexicana para darle forma a la patria.
Todas somos Guadalupes, porque todas somos mexicanas, porque llevamos esta herencia en la sangre, la herencia de las mujeres aztecas, de las mestizas de la colonia, de las independentistas criollas, de las reformadoras; tenemos la herencia de las adelitas, de las soldaderas y las revolucionarias.
Todas somos Guadalupes porque todas somos intensas y apasionadas por nuestra gente y por nuestra patria, todas somos entronas y chambeadoras, luchonas y solidarias, somos fieles y entregadas, capaces de dar la vida por los que amamos y partirnos el alma para que alcancen sus sueños. Somos mujeres de sangre caliente y de corazón gigante, estamos dispuestas a todo porque tenemos los calzones bien puestos. Somos mexicanas de cepa, Guadalupe es nuestro nombre porque somos hijas de esta tierra morena y estamos desde que nacemos en pie de lucha en cualquier frente de guerra.
Somos Guadalupes hasta la entraña, de ahí nos vienen los sueños y también las esperanzas, las ganas de vivir la vida, de tejer historias intensas, de contarlas siempre adornadas. Somos Guadalupes porque nada nos detiene, seguimos amando apasionadamente, seguimos criando a los hijos, abriendo caminos a mitad del llano, soñando futuros en el desierto, rescatando presentes en medio de un sismo. Seguimos creyendo en nuestra propia gente, abriendo nuestro corazón al mundo. Somos estas mexicanas tenaces que no se amedrentan con nada porque el miedo no está en su agenda, y la cobardía no es parte de su genética.
En este país surrealista de entuertos incomprensibles, de huestes ingobernables y muros que nos indignan, nosotras las mexicanas somos todas resilientes, somos todas soñadoras, somos todas luchadoras, somos todas una misma. Todas somos Guadalupe y madrugamos diariamente porque estamos construyendo esta patria.

Eréndira Svetlana
Escritora de corazón, intensa y mordaz, llena de historias de supervivencia. Transita entre el amor desmedido y el odio selectivo. Digna representante de la Generación X con un toque Millennial.
