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Sinestesia

por Silvia Latuff

 

La primera persona que me habló del significado de la sinestesia fue mi pequeña sobrina de diez años. Al parecer en su clase de arte abordaron ese tema, y les estuvieron explicando a los niños con ejemplos y juegos en qué consistía este concepto. A mí me maravilló que en su escuela los niños de primaria estuvieran explorando cosas tan formidables como el significado de la sinestesia, y además de emocionarme, la felicité por poseer ese conocimiento que yo misma, a pesar de haber escuchado el vocablo, no conocía en profundidad.

La sinestesia es una forma de percibir el mundo de una manera más “enriquecida”. Las personas que tienen esta cualidad, relacionan los estímulos externos con percepciones sensoriales de todo tipo y sus características cognitivas. Una persona sinestésica puede ver un color en su mente al escuchar una nota musical, o tener sensaciones corporales cuando alguno de sus sentidos es estimulado, como cuando come una rebanada de strudel de manzana, como sentir que una suave vibración recorre su cuerpo mientras saborea el postre. Ante un estímulo del exterior la sinestesia genera toda una serie de conexiones cerebrales que las conducen a asociaciones más allá del sentido que lo percibe. Si vemos, no sólo vemos sino que sentimos físicamente, auditivamente, olfativamente, etc. Asociamos colores con sonidos u olores por ejemplo. El efecto que cada estímulo tiene en nuestros sentidos también depende del bagaje de información y experiencia que cada individuo genera a lo largo del tiempo.

La sinestesia no es una patología sino una cualidad expandida de la mente. Al nacer, todos presentamos una “fusión” natural de los sentidos, y conforme crecemos, nuestras conexiones sinápticas se van especializando y diferenciando. El individuo sinestésico, en cambio, mantiene esa “fusión” inicial de manera que percibe una realidad “multifacética” combinando olores, sabores, sensaciones corporales, ante un estímulo de la realidad. La sinestesia permite que cuando toquemos algo hecho de un material inerte lo asociemos no solo con la textura que nuestros dedos están sintiendo, sino con un sabor, un color o un olor, por ejemplo. El sinestésico realmente percibe estas sensaciones. Algunos ven colores cuando escuchan música, o pueden sentir literalmente el "sabor" de las palabras.

La sinestesia está directamente relacionada con la herencia familiar. Al nacer nuestro cerebro no ha evolucionado dando lugar a la especialización de las distintas áreas asociadas a los estímulos sensoriales. Por decirlo de una manera, las conexiones sinápticas entre áreas están unidas y entonces el bebé responde de manera similar a distintos estímulos. Por lo regular nuestro cerebro evoluciona con el crecimiento y las conexiones sinápticas se especializan. Pero en el cerebro de una persona sinestésica se mantienen unidos los enlaces sensoriales lo que provoca la activación simultánea de todos ellos, ante distintos estímulos sensoriales.

El fenómeno de la sinestesia es en verdad una cualidad que permite ampliar una sensación, al percibirla a través de todos los sentidos al mismo tiempo. Es como ver el mundo detrás de un lente de colores, o de un caleidoscopio. Esta capacidad dispara nuestra creatividad al máximo, y es especialmente visible en el acto de creación artístico. Potencia nuestra imaginación, y un objeto como una lámpara que para la mayoría sería insignificante, provoca en el individuo, por obra de la sinestesia, multitud de sensaciones y formas diferentes de percibir ese objeto incitando a la creación literaria, plástica, visual, etc. Ampliando las posibilidades de interpretar la realidad.

De acuerdo con las investigaciones científicas aproximadamente un 1% de la población mundial es sinestésica. Es evidente que en esta clase de personas tiene lugar una serie de conexiones cerebrales específicas, y distintas a lo habitual, entre las áreas sensoriales, auditivas, visuales y gustativas de su estructura mental.

Lo maravilloso desde mi punto de vista, es que si en teoría todos somos sinestésicos al nacer, es posible que esta cualidad que se da en unos pocos pueda ser ejercitada. A través del empleo constante de la creatividad, el fomento de la imaginación, la asociación de ideas y otros hábitos y ejercicios podemos llegar a duplicar las sensaciones que la sinestesia permite y desarrollar nuestra percepción. Tal vez no todos podamos ser Van Gogh, pero podemos experimentar a dar un color a un sonido, a sentir un sabor cuando tocamos una superficie, y así ampliar nuestra visión del mundo. El concepto de la sinestesia es una realidad, y si es verdad que el cerebro es plástico y podemos despertar el funcionamiento de nuevas áreas del cerebro, podemos intentar ver la realidad no como un dibujo en dos dimensiones, sino como una realidad compleja que puede ser interpretada de múltiples formas según los ojos que la observan y el cerebro que la percibe.

Eso intentaba hacer la maestra de mi sobrina en su clase de arte. Jugar con las jóvenes mentes de los pequeños ávidos de estímulos, y lo que surgió de ese taller fue sorprendente. Muestras plásticas de algunos de esos ejercicios sinestésicos cuelgan de una de las paredes de mi casa que son la promisoria “galería” de una mente creadora que ha explorado el fantástico fenómeno de la sinestesia y la capacidad de abrir los sentidos al infinito.

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Silvia Latuff

Arquitecta, poeta, mujer emprendedora y obsesiva, tiene desde chiquita una pasión desmedida por la literatura y un apego patológico a las buenas películas, se especializa en el diseño de su propio interior y quisiera algún día compartir su corazón

Los Calzones de Guadalupe Staff

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Tags   sinestesia, sentidos, experiencia sensorial, Silvia Latuff

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