¡Se trata de respeto!
por Vandi TA
Yo no viví la escena, solamente me dejó escuchar todo lo que había ocurrido. Me dijo que la habían visto, que los ojos de aquellas bestias la habían penetrado una y mil veces, que las palabras la habían toqueteado y que la angustia y la zozobra se habían apoderado de ella.
Después del acontecimiento, salir a la calle implicaba que las miradas de todas las personas la violaran una y otra vez. Ver los autos pasar hacía que su corazón latiera fuertemente, mientras le pedía a Dios que nadie volteara por la ventanilla para envenenarle el alma con palabras que harían sentir sucia a cualquier mujer.
No pude con lo que me contó aquella noche, y entonces me puse en su lugar y pensé en todas las veces que salí en short a la calle y que me han gritado vulgaridades, en todas esas ocasiones que se han dado la vuelta para volver a verme el trasero, en todos aquellos momentos en que me vieron los senos en lugar de mirarme a los ojos, cada vez que aplaudieron cuando me quitaba la sudadera, cuando me pidieron sexo, en las ocasiones en las que los hombres me han arrimado su miembro en el transporte público, pero no fueron suficientes sus zapatos ni los míos.
1. Ale, 20 años. Le dieron una nalgada en el camión.
2. Fernanda, 20 años. En la primaria, los niños le toqueteaban las piernas por debajo de las bancas.
3. Sofía, 19 años. Su maestro le tocaba las piernas para obtener su atención y dirigirle la palabra.
4. Daniela, 18 años. Un niño de 9 le chifló mientras ella atravesaba un parque.
5. Yadhira, 15 años. Su profesor apodaba a sus compañeras con sobrenombres como Muñequita, Buenota, etcétera. La invitó innumerables veces a su casa a tomar café y le decía que la extrañaba cuando no iba a clase; además, obligaba a todas las niñas a ir con vestido a la escuela.
6. Ivana, 13 años. Un grupo de chavos le gritaron de cosas, se vio forzada a pasar por ahí, tenía que ir a la tienda.
7. Valeria, 28 años. Un señor jugaba con su falda con tal de mirarle las piernas; cuando le pidió ayuda a la gente del Metrobús, le dijeron que no tenían un protocolo para ese tipo de incidentes.
8. Ana, 20 años. Mientras trabajaba en una taquería, un señor de 60 años insistía en que ella lo atendiera para observarla de manera morbosa; el tipo regresó en repetidas ocasiones con las mismas intenciones.
9. Renata, 23 años. Cuando esperaba el camión, un tipo le agarró las pompas.
10. Karla, 16 años. Le hablaron a su celular, le pedían sexo y le mandaban fotos de miembros a sus distintas redes sociales.
11. Ximena,18 años. Le tocaron el claxon camino a su casa.
12. Andrea, 17 años. Tiene que cargar con una sudadera holgada para que no se note su cuerpo y no la acosen en la calle.
13. Laura, 19 años. Su maestro se le declaró, le ofreció clases particulares y le daba un trato preferente en relación con el resto de sus compañeros y compañeras. Debió cambiarse de escuela.
Escuché esos y otros testimonios durante toda la noche, me planté en los zapatos de cada una y mostré respeto ante sus quejas, pobres, tan chiquitas y ya son víctimas de comentarios, miradas, palabras. No fue agradable oírlas llorar a causa de las situaciones que habían vivido, las monstruosidades que se habían atravesado en sus vidas.
Esas chicas y yo teníamos demasiado en común: nos daban asco las miradas, nos daban pavor las palabras, nos cuesta trabajo convivir con quien no sabe lo que experimentamos y nos juzga, y todas le rezamos diariamente a cualquier súper poder en el que queramos creer para pedirle que nos ayude a volver sanas y salvas a nuestras casas y que de los males sea el menor, que solo sean palabras, que solo sean miradas, que no nos toquen, que no nos lleven, que no nos violen.
¿Qué tengo que hacer?, ¿qué debemos hacer? La mayoría de nosotras quisiéramos que les cortaran los miembros, que los mataran a sangre fría, que les quitaran las manos, les sacaran los ojos o les quemaran la boca, pero no es así, siguen teniendo el poder, como dice Maimouna: “Los hombres siguen siendo dueños del puto mundo”.
Y así pasarán los años, nos seguirán vendiendo, matando, violando… seremos objetos al lado de ellos, hasta que tú, papá, hermano, tío, sobrino, primo, amigo, compañero, novio, esposo, hijo, hombre, me mires a los ojos, me sostengas entre tus manos y tengas compasión de mí, me respetes y valores por que soy mujer y yo sí te amo.
