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¿Qué hacemos por los que nos necesitan?

FUENTE:  Pinterest                            

Por Yao Arroyo

JUNIO 26 2018

Recuerdo que cuando era niña mi padre nos decía que la casa donde vivíamos era la casa de los niños. Esa fue una de las cosas que formó mi identidad y mi modo de ver el mundo.

 

Mi madre, desde siempre y hasta la fecha, atiende con paciencia y ternura a los pequeños, y cada vez que hay alguno en casa lo trata con amor y procura enseñarle mediante el juego letras, figuras, texturas, etcétera. Lo mismo hacía con nosotros cuando éramos niños, nos cantaba canciones o inventaba historias para educarnos o convencernos de hacer algo. Sus nietos, también, aprendieron a leer, escribir, sumar y restar gracias a su ternura.

 

Todo eso me viene a la memoria cuando veo en las noticias y en las redes sociales la separación violenta y degradante de los niños migrantes de sus padres; toda esta crueldad exhibida sin empacho por las autoridades y el propio gobierno de los Estados Unidos, algo que no merece ser llamado tragedia porque alcanza una maldad e inhumanidad que va mucho más allá: es una auténtica vileza que debe rechazarse de manera contundente a escala global.

 

Cuando me enteré de la forma en que están siendo tratados esos niños en la frontera o de cómo se encuentran todas esas personas en situación de emergencia humanitaria, no puedo evitar pensar en el resto de los seres humanos vulnerables, y no solo los de la frontera, sino los que conviven con nosotros cotidianamente.  Pienso, especialmente, en los adultos mayores, que como grupo es uno de los que sufre más abandono y maltrato.

 

 

Hace muy poco, mi madre enfermó y todos sus hijos estuvimos pendientes de lo que necesitaba para ayudarla, todos tratamos de darle apoyo para hacerla sentir mejor. Desgraciadamente, no todos los que llegan a la tercera edad son apoyados y tratados así; por el contrario, son abandonados por la propia familia, son dejados de lado en el vertiginoso ir y venir de la rutina diaria.

 

 

Creo que lo que nos da la calidad de seres humanos es el trato justo y digno; es decir, la manera en que tratamos a los demás, sobre todo a los más vulnerables. Las acciones que realizamos a diario para protegerlos y darles apoyo.

 

 

Los niños, los ancianos, las mujeres y los hombres vulnerables son responsabilidad de todos, y formar parte de una comunidad nos obliga a considerar y respetar a cada uno de ellos.

 

Es maravilloso pasar tiempo con los niños y con las personas de la tercera edad porque ambos nos enseñan mucho. Los primeros desde la inocencia, el entusiasmo y la avidez de conocer y dar sin restricciones; los segundos desde la prudencia ganada por los años vividos. Ambos grupos necesitan nuestro apoyo y respeto.

 

Me considero afortunada porque crecí en un seno familiar en el que viví el amor y el respeto por los más vulnerables. Recuerdo a mi abuelo enfermo y cómo todos sus hijos estuvieron cerca de él compartiendo tareas para cuidarlo con cariño y respeto.

 

 

Ahora, solo quisiera hacer una pregunta: ¿qué hacemos en nuestro día a día por los niños y los ancianos? Todos fuimos niños alguna vez y, si no morimos antes, seremos hombres y mujeres viejos. Es importante no olvidarlo, necesitamos darnos respeto y ser solidarios.

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