Precious

FUENTE: Pinterest
Por YAO ARROYO
Había olvidado el significado de un ser vivo. De manera natural y cotidiana siempre he asociado el concepto de vida a los seres humanos. Como cualquier persona, tengo afectos muy fuertes hacia mis seres queridos y me siento invariablemente atraída hacia los de mi misma especie, porque los seres humanos me apasionan, porque me fascinan y me intrigan sus conductas, sus formas de pensar diversas, de actuar, de sentir, de vivir. Pero había olvidado, al menos de manera consciente, los vínculos emocionales tan poderosos que pueden atarte a otros seres vivos, a seres como los animales, como las plantas.
Tengo muchas plantas en casa y sé que me encantan, tengo también animales con los que comparto mi vida diaria. En realidad es mi pequeña hija quien tiene cuatro gatitas: Zu que fue la primera en llegar a la casa, Pardis y Nieve dos gatitas hermanas que llegaron poco después, y por último mi adorada Precious, una gatita que, como las demás, adoptamos de la calle. Recuerdo que cuando llegó Precious, me pareió la gatita más hermosa y encantadora que hubiera visto.
Siempre me han gustado los felinos desde el punto de vista estético, y si vale decirlo, también por su forma de ser, pero desde niña me he sentido mucho más apegada a los perros. A lo largo de mi vida tuve varios de ellos, los amé a todos por igual, los cuidaba como si fueran mis hijos, porque siempre he respetado la vida de los animales y sus derechos. Recuerdo especialmente a uno de mis perritos, era un shnauzer divino y se llamaba Plick; recuerdo que un día se enfermó de la pancita y me pasé el día entero sobándosela para ayudarlo a evacuar.
Siempre fui muy cariñosa con mis perritos, pero cuando nació mi hija concentré todas mis emociones en ella. Me olvidé de los animalitos, mi hija y el resto de mi familia cercana ocuparon completamente mi mente durante mucho tiempo. Así fue hasta que llegó Precious. Por supuesto cuidaba de las otras tres gatitas que habían llegado antes que ella, y apreciaba mucho su presencia en la casa, sin embargo, cuando llegó Precious la sensación fue muy diferente. Recuerdo perfectamente que le decía a mi hijita que estaba enamorada de Precious, que me encantaba Preciuos, que era mi preferida. Porque en verdad sentía un amor muy especial por ella, y solía darle mucho más cariño y contacto físico a ella que a las otras gatitas. A todas las he querido siempre, pero Precious fue algo muy especial para mí, transformó completamente mi sentir respecto a los gatitos, respecto a los animales, exacerbó el afecto que les tengo, podría decir que lo llevó a otra dimensión.
Precious me encantaba porque era una gatita muy dulce, con una naturaleza muy tierna, era también independiente y extremadamente cariñosa. Dormía todo el día y eso me parecía la cosa más simpática del mundo. Todos los días cuando mi hijita se despertaba, Precious iba a verla, entraba subrepticiamente a su recámara y saltaba con suavidad sobre las sábanas bajo las que mi hija todavía estaba recostada. Cuando viajábamos, Precious siempre estaba muy pendiente de nuestro regreso, especialmente de mi hija y de mí, buscaba acurrucarse entre nosotras con una ternura particular, como si nos quisiera decir que nos había extrañado mucho. Tenía una actitud diferente a la de las otras gatitas, una actitud muy respetuosa, muy no sé cómo, se podría decir que muy madura. Yo la acariciaba mucho, lo hacía a veces sin darme cuenta, porque me encantaba.
Siempre me han gustado mucho las patitas acolchonaditas de los gatos, y a ella especialmente le tomaba la patita y le decía “pata”, “pata”. Nos habíamos acostumbrado tanto a este juego entre mi gatita y yo, que finalmente Precious cambió de nombre a “pata”. Le decíamos Pata y hasta le hicimos una porra que decía: “pata, patita, patuna, como la precious no hay ninguna”. De verdad era una gatita hermosa, un ser vivo muy especial para mí. La quería mucho y su compañía hizo mi vida más feliz durante mucho tiempo. Nos acompañamos durante algunos años, su aspecto era verdaderamente hermoso, en todos los sentidos, su pelaje, sus ojos, su manera de caminar. Tal vez piensen que es exagerado todo esto que les cuento, pero yo misma me sorprendo al decirlo. Siempre he respetado mucho a los animales y para mí cada uno de ellos tiene un lugar especial en el universo, pero Precious era un ser vivo maravilloso, era parte de mi corazón, parte fundamental de esta familia. Precious era mi preferida.
Estoy contándoles esta historia porque hoy es un día sumamente triste para mí. Mi hermosa Precious murió hace unos días, y nunca sabremos cómo sucedió, nunca sabremos porqué, nunca sabremos si lo pudimos haber evitado. El domingo pasado, al regresar de un viaje corto de dos días, encontramos a Precious muy débil y enferma en la casa, pensamos que tal vez se había comido algún insecto y tendría un malestar de la panza, pensamos que sería algo pasajero, pero Precious siguió acurrucada y débil en un rincón, quejándose de vez en cuando. No pasaron muchas horas más, se quedó dormida en algún momento, después falleció, dejó esta tierra para siempre, dejó esta casa donde la amábamos entrañablemente.
A veces un pequeño ser vivo te enseña el significado de la vida, te hace sentir las emociones más intensas. Sólo puedo decir que extraño mucho a mi Precious, todos en casa la extrañamos mucho y la seguimos queriendo. No puedo evitar llegar a mi cama y esperar que Precious se acerque, no puedo evitar llegar al cuarto de mi hija a jugar y esperar verla ahí en un sofá durmiendo tranquila y contenta, con su ternura habitual y su talante distinguido de siempre.
Al menos pude despedirme de ella, pude tocarla por última vez ese día, sobarle su pancita suave, darle mi cariño humano, besarla mucho. Me quedaré con ese recuerdo en mi corazón por siempre.
Hermosa Precious siempre serás mi preferida.