¡Pero qué necesidad!
por Nandenka Kruvskaya
Sí, soy yo otra vez, el monstruo de las verdades. No soy el Monstruo de la Laguna Verde, soy el Monstruo de Las Lagunas Mentales, porque vengo a recordarles todas las cosas que se esfuerzan todo el tiempo por olvidar. No es que sea mala ni monstruosa, no les quiero caer mal, es que vengo a decirles estas cosas que nadie quiere escuchar porque me las digo a mí misma todo el tiempo, me pasan a mí como le pasan a cualquiera, nomás que a mí me gusta andármelas restregando en la carota, y a ustedes de paso.
A ver, vamos por pasos, la pregunta es ¿Qué necesidad? Les explico. El otro día mi hermana querida me estaba contando lo desgraciada que es en su matrimonio, y yo la verdad pensé mas bien en el mío, que desde luego no es para nada miel sobre hojuelas. Entonces dije ¿qué necesidad? ¿Qué necesidad de mantener un matrimonio en donde no recibes las mieles del amor, no recibes las mieles del cuidado, no recibes las mieles de la seguridad, la confianza, la protección? Y no obstante tú te autoprovees de todo eso que necesitas, eres autosuficiente en todos los aspectos, económicamente, emocionalmente, sexualmente (osea, ya te compraste un vibrador), y además no recibes ese crecimiento que en estricto sentido te debe dar una pareja.
¿Qué necesidad de mantener una relación de esas características?, ¿qué necesidad de mantener esa ficción hacia ti, hacia tu pareja y hacia el mundo?, ¿qué necesidad de vivir de manera automática e infeliz? Cuando podrías vivir perfectamente de una manera diferente, hacer lo que quieras, cuando quieras, como quieras, donde quieras, y dejar de ser el basurero de los complejos de tu pareja, de los traumas, las incapacidades, las deficiencias de tu adorado marido o marida, que no obstante tenerlas, lo cual no es en realidad el problema, no tiene ninguna intención ni deseo de mejorarlas ni cambiarlas, y a parte de todo, no solo no quiere cambiar sino que además piensa que es perfecto o perfecta, y que la causa de todos los problemas de la relación eres tú, ni mas ni menos, vaya a ver usted, hágame el favor, siempre resulta que para tu marido tú eres la culpable, la única culpable de cualquier situación que perturbe la relación.
No importa si eres tú la que hace todo, la que tiene buen humor, la que juega con los hijos, los atiende, va al trabajo, hace la comida y hasta le da tiempo para los amigos y la familia, no importa si eres tú la que tiene salud mental y está de buen ánimo a pesar de los pesares, a pesar de lo que pase, tú, eres tú y siempre serás tú la culpable de todo lo que le acontece a tu marido, de todo lo que le incomoda y le causa problema. Tú eres la culpable, es y será siempre así, aunque seas tú quien busque los puntos de coincidencia con tu pareja, quien haga todo lo que está en tus manos para resolver las diferencias, para hacerlo sentir cómodo y confiado bajo cualquier circunstancia, nada tiene importancia, tu eres y serás invariablemente la culpable de todas las desaveniencias. Como dice la canción: ¡Usted es la culpable de todas sus angustias y todos sus pesares!
Y la pregunta que yo me hago entonces ante estas circunstancias descabelladas, y que la verdad todavía no puedo responderme es ¿Qué #%&*¡#* necesidad?
Bueno, pues seguramente por ahí hay varias cosas escondidillas o no tan escondidillas que explican la absurda necesidad de seguir viviendo así, de esta forma estúpida que, hay que decirlo, la verdad no es vida.
¿Qué cosas? No lo sé, algo debe haber. Tal vez es miedo. ¿Miedo a qué? me cuestionarán las más audaces. Pues yo qué se. Miedo a lo que se nos ocurra, miedo a la payasada , porque es ridículo siquiera hablar de miedo en estas situaciones, será miedo por quedarse sola, por los hijos, o por lo que usted guste mande y quiera, miedo por la tía de las muchachas. Si, ya lo sé, no hay lugar aquí para el miedo. Si es por los hijos no tiene caso, porque al final podemos convertir nuestra triste historia en algo así como la del hombre que llevaba en su mochila un ladrillo para mostrarle al mundo como era su casa, así mismo pueden los hijos crecer y andar por la vida mostrando el collar de su madre para que vean cómo era su casa. Pues no ¿verdad? Osea, por ahí no va la cosa. ¿Por dónde va entonces la cosa?
Pues la cosa es que amamos el caos, muy en el fondo nos da una satisfacción enorme la sufridera, andar haciéndonos las víctimas del mundo y de las circunstancias, amamos culpar al resto de la sociedad por todos nuestros fracasos e infelicidades, amamos hacernos los redentores de la humanidad, porque solo nosotros tenemos la verdad y la razón, sólo nosotros somos castos y puros y sacrificados, porque cómo es posible, qué dirá la sociedad. Estamos en pleno siglo XXI y todavía seguimos plagados de prejuicios sociales y culturales absurdos, que nos limitan, que nos impiden tomar decisiones sensatas y tener vidas más placenteras.
Entonces ustedes dirán, okey y ¿luego? ¿en qué queda la cosa? ¿qué necesidad? Vaya, pues no lo sé todavía, la verdad sigo en eso. Ya tengo la parte teórica muy clarita, nomás me está haciendo falta la práctica. Yo en el fondo creo que pasar del dicho al hecho cuesta un chorro por el maldito miedo a dar el paso definitivo, lo cual es absurdo, la verdad, y la otra es que uno sigue teniendo esperanza, que es igual de infantil que el miedo, pero bueno, ya ven que la esperanza es lo último que muere, aunque a veces yo ya como que me la quiero asesinar. Pues eso, uno sigue esperanzado y esperanzado en que las cosas van a cambiar, que sí, que ya lo verás, un día todo va a mejorar, tú nomás síguele echando todas las ganas, y así te vas y te vas y te sigues por los siglos de los siglos aguantando y esperando, ahí nomás de mensa, a que todo cambie algún día, hasta que ya de plano la empiezas a ver de a tres pesos.
Pues sí señores, ya lo ven, el Monstruo de las Lagunas Mentales anda diciendo las verdades que a nadie le gustan. Así como lo oyen o como lo leen, esa es la pregunta que todos se deberían hacer, hombres y mujeres ¿qué necesidad?
¿Quién necesita estar al lado del que grita por todo, del que sufre por todo, amigo, hermano, primo, marido o lo que sea para el que todo es queja, todo es crítica, todo es horrible y oscuro?
Está bien que uno sea de vez en cuando solidario, pero ya de plano cuando no hay ni una risita, ni una palabra bonita, ni un chistecito, ni una bromita, todo es silencio mortuorio, todo es sufrimiento terrible, por todo se tira el hombre a la desgracia, todo lo hace por hacerlo, todo lo hace sin energía, sin alegría, anda como zombi, como muerto en vida, arrastrándose por ahí el miserable, culpándote eternamente de su desgracia ¿qué necesidad?
Así que óyeme bien, tú, si tú, persona tóxica (¿me estás oyedo inútil?), tú que andas oscureciendo la vida de todos los que te rodean, especialmente la de tu esposa, ándate con cuidado porque tienes los días contados. Todavía no sé cuantos, pero ya los tienes contados porque ya me ando haciendo esa pregunta que todo lo cambia y todo lo recalcula ¿qué necesidad?
Y no te creas, un día de estos hasta me la contesto. Y sanseacabó.
