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Mi "Peor es Nunca"

FUENTE: Getty Images

Por XÓCHITL NIEZHDÁNOVA

Todo parece indicar que El amor romántico, tan bellamente explicado por Fromm en su libro “El Arte de Amar”, quedó hace algunos años reducido al olvido más violento. Hace dos décadas, el casamiento era aún una idea arraigada en el imaginario de las mujeres que rondaban los 25 años. La figura del hombre “caballeroso” era bien vista, y aún más deseada. Los hombres cortejaban a las jóvenes casaderas con flores, largas horas de convivencia en el parque, y toda clase de demostraciones de admiración y afecto; incluidos el pago del cine y la cena de los sábados; en algún restaurant de moda. Pero esos tiempos se fueron para no volver, o al menos así parece. El individualismo fomentado por nuestra sociedad de consumo, permea todas las capas de nuestro quehacer cotidiano, incluidas las relaciones de pareja. Actualmente el arte de amar, se ha transformado en una actitud cínica y desmitificada, cuyo trasfondo es la ausencia absoluta de esperanza. El bienestar material y la independencia económica han pasado a ser la meta por excelencia. Y aquellos pocos que optan por el matrimonio todavía, lo hacen de manera irreflexiva, respaldados por la puerta siempre abierta del divorcio (“Mal” heredado de nuestros vecinos del norte).

No estoy en contra de la transformación de las formas, y de que en medio de la evolución vertiginosa de nuestra sociedad a nivel mundial, el matrimonio haya pasado a ser una institución obsoleta que no responde más a las necesidades afectivas de hombres y mujeres. No obstante, lo que me hace pensar, es esa actitud aparentemente desapegada que tienen la mayoría de las personas entre 30 y 40 años, acerca del amor. Las mujeres particularmente, parecen habérselas ingeniado para anular toda necesitad de afecto por parte del sexo opuesto. Y ante tanta independencia emocional gritada a los cuatro vientos, y a voz en cuello, me resta la duda de si realmente las jóvenes de nuestro tiempo encontraron la libertad auténtica que dan la autosuficiencia y el desapego emocional sanos.

Pero ¿Cuáles son las prácticas reales que en la actualidad están supliendo al matrimonio, y a los noviazgos “convencionales”? ¿Cómo se las ingenian las mujeres emancipadas de nuestra modernidad, para satisfacer sus requerimientos de afecto, o más aún, sus necesidades sexuales? En cuanto a los hombres mejor no hablar. A pesar de un doloso historial de maltrato emocional hacia sus congéneres femeninas, estos hombres desapegados y egoístas tampoco encuentran la salida a la hora de la verdad, y acaban eligiendo mal y apresuradamente de entre sus compañeras de generación que aún no han sido suficientemente lastimadas por el egocentrismo a ultranza de tales “caballeros”. Así, la mayoría de las veces el indefectible final es el divorcio, una vez más. Desde luego que las historias de casos son incontables y distintas. No hay forma de generalizar la experiencia emocional o amorosa de hombres y mujeres, dentro de una sociedad en transición que cuenta sus víctimas entre los cientos de almas solas y extraviadas, que ya ni siquiera poseen un credo al cual apegarse; y cuyo clamor generalizado es un “Sálvese quien pueda”.

Pero regresando a las mujeres. Mi tiempo de vida en este controvertido planeta, me dota de la suficiente experiencia para dudar acerca de la aparente emancipación, de aquellas mujeres que han optado por pensar en el amor como un concepto pasado de moda; en el mejor de los casos. Aunque la mayoría piensa que el amor no solo no existe, sino que ayer, hoy y siempre, ha sido un producto de la más loca y enfebrecida fantasía. Tanto cinismo acerca de algo tan necesario como el cariño, y la demostración de afecto, genera curiosidad inevitablemente. 

Es así que me dió por inventar una frase que, a mi entender, resume esa desesperada necesidad de cariño, por otra parte completamente comprensible, que las mujeres de hoy en día se empeñan en esconder tras una capa de indiferencia, y autonomía afectiva excesivamente dudosa. En mi época, cuando tus parientes mayores querían hacerte repelar con respecto al galán que habías seleccionado, lo llamaban “El peor es nada”. La frase se explica por sí sola, aunque lo ideal era que tuviéramos una amplia lista de pretendientes de donde escoger al hombre adecuado, antes que terminar saliendo con nuestro “Peor es nada”. Bueno, pues a partir de esa comparación, yo creo que hoy en día las jóvenes que se resisten a una relación de compromiso duradera y estable, han optado por la fórmula del “Peor es Nunca”. ¿Y en qué consiste esta fórmula? Básicamente en el nulo involucramiento emocional por parte de los dos integrantes de la pareja. Porque en apariencia hay una pareja, y esta pareja se denomina así porque hay una serie de encuentros ocasionales, un cierto vínculo tan fino como un hilo de seda a punto de romperse permanentemente, y demostraciones de afecto que prácticamente se circunscriben al área del erotismo.

¿Pero que ocurre en realidad a nivel de los sentimientos, particularmente en el caso de la mujer? Si bien es cierto que hay mujeres frías como un témpano y completamente carentes de emocionalidad, el resto suelen ser seres sensibles propensos al enamoramiento y a la creación de vínculos afectivos; especialmente después de que en la pareja tiene lugar la intimidad. Es algo inevitable. Y yo lo extendería también a los hombres, aunque ellos resulten más “selectivos” a la hora de entregar su corazón. Entonces, ¿qué es lo que resulta con esta aparentemente cómoda y práctica fórmula del “Peor es nunca”? Que la mayoría de las jóvenes acaban enamorándose como en cualquier relación convencional de pareja, pero a diferencia de los noviazgos dichos con todas sus letras, la forma abierta de la relación del “Peor es Nunca”, impide que tales mujeres manifiesten abiertamente sus sentimientos, y se confiesen a sí mismas que se han enamorado hasta las cachas. Porque de hacerlo así, lo que sobrevendría en seguida sería un reclamo por parte de su pareja masculina, ya que estaban en una relación “abierta”, y la subsiguiente ruptura que vendría a encimar un fracaso más a la lista innumerable de abandonos emocionales que la mayoría de estas jóvenes acumula en su haber sentimental.

Ellas le apuestan a la fórmula del “Peor es Nunca”, porque si no es de esa manera será imposible conocer el amor. Aunque sea en una forma tan desteñida y deslavada como una relación “abierta”. Es la única oportunidad de amar, que sus propias creencias menguadas acerca del amor, les dejan como opción a estas jóvenes damas, que no tuvieron oportunidad de ver manifestarse el verdadero amor de pareja por mil y un razones. Algunas de estas razones, tienen que ver desafortunadamente, con el estado de cosas de nuestra actual sociedad de “tansición”.

No hay mucho que hacer al respecto. Salvo que cada una de estas guerreras sociales (de autosuficiencia económica indiscutible), dé un valiente paso hacia su autorrealización. Que abandonen para siempre el absurdo preconcepto de que “El Amor no existe”, y se comprueben a sí mismas como individuos capaces de amar y ser amadas; adquiriendo el compromiso de una relación a largo plazo.  Desde luego que una relación de amor verdadero exige trabajo, y ausencia de miedo, antes que nada. Pero siempre valdrá más la pena intentar una relación auténtica, a la pseudo relación siempre dañina del “Peor es Nunca”. En lugar de pensar: “Si no es ahora no es nunca”, a la hora de probar suerte en el amor, vale más mostrar coraje y aventurarse en los escabrosos senderos del Amor Romántico; tal como lo describe Fromm. Nunca nadie dijo que amar fuera fácil, pero (y aunque los oídos de estas mujeres prácticas del siglo XXI retumben) es lo único real con que contamos los seres humanos: y aquí me dirijo a hombres y mujeres por igual.

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