Crónica Cuarta:
Me vibra el corazón

FUENTE: Latangocandombe. Wikimedia Commons
Por SAMANTHA FLA
Estoy sentada en la banqueta, estamos esperando que comience la tocada en la calle, no me he decidido si compro o no una cerveza, es de noche, estamos en un barrio que no conozco y somos dos mujeres, no puedo escapar de la paranoia de venir de un lugar inseguro, olvido que estoy en Montevideo y todo es más tranquilo allá.
Oigo los palos chocando unos con otros, están calentando… desde ya me empieza a latir más rápido el corazón, me emociona escucharlos de nuevo, verlos recorrer la calle, sonrío y recuerdo muchas cosas. Es una mini llamada o más bien solamente una intervención breve de una comparsa. Desde que los vi con sus tambores me pongo feliz, sé que voy a escucharlos de nuevo.
Pas pas pas, pas pas, pas pas pas, pas pas… ya se siente el candombe, estoy preparando mi cámara, pero no se ve nada porque es de noche, la gente se va juntando en las aceras, todos sonríen, es parte de su vida, del sincretismo de lo europeo y lo africano, su identidad de uruguayos. La comparsa se junta, están en formación y a punto de comenzar. Yo sigo intentando con la cámara, por lo menos grabar el audio.
Las llamadas de candombe son parte de la vida cultural del uruguayo, cada febrero previo al carnaval en los barrios de Montevideo se realiza el Desfile de Llamadas, donde las comparsas (grupos de músicos y bailarines), deleitan al público con sus ritmos y alegría. Cada comparsa tiene personajes típicos, siendo el Gramillero y la Mamá vieja los más llamativos, pero también están el escobero, la Vedette y los bailarines.
Sigo sin animarme a comprar la cerveza, estoy platicando y de repente comienzan los tambores, es un ritmo que con el primer repique te levanta. La gente abre paso a la comparsa y se acomoda en las aceras para verlos. No muchas cosas me causan emoción, pero la música es algo que me hace brincar, gritar, aplaudir, ser feliz. El candombe (que es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad), siempre me hace palpitar.
La comparsa comienza a avanzar con sus tambores, su alegría, el orgullo de seguir la tradición de las calles de Montevideo, todos concentrados, pero sonriendo, tocando, contagiando a los espectadores que se empiezan a unir al baile, tratamos de pasar entre la gente para seguirlos (como somos pequeñitas logramos llegar al frente), el ritmo se acelera cada vez más, la gente sigue bailando, sé que está por llegar el final, los tambores dejan de sonar súbitamente y todos aplaudimos, la noche se ha llenado sonrisas y camaradería.
Tal vez sea lo tribal del ritmo africano, o la sincronía de los tambores, la marcha de las comparsas, la alegría de la gente, reconocer la identidad del otro, o simplemente el amor por la danza, el hecho es que el pas pas del candombe siempre me hace vibrar el corazón.

FUENTE: 2Bperper. Wikimedia Commons