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Los estigmas del Tarot

 

 

                                                                         

por Norma Velazco

muchos les causa temor recurrir a la baraja del Tarot. Lo que más le atemoriza a la mayoría son las siniestras cartas de El Diablo y de La Muerte. Incluso aquellos que se han adentrado en sus misterios, también le temen a la aparición de esas imágenes en su lectura.  

Estoy de acuerdo con que el poder del Tarot debe ser tratado con respeto, pero solo el desconocimiento de esa valiosa herramienta psicológica puede conducirnos al miedo y al rechazo. ¿Qué quiero decir con esto? 

En primer lugar, el Tarot no es predictivo —como afirman muchos tarotistas—, sino que, ante todo, se adentra en los misterios de la conciencia humana, con el fin de indagar sobre el funcionamiento de nuestra psique. Penetra en los recovecos de nuestra mente; su simbolismo nos conduce a establecer relaciones entre nuestros pensamientos y recuerdos, que en un estado normal no podríamos realizar.  

La lectura del Tarot nos lleva a un sueño vívido, en el que nuestras sinapsis cerebrales se aceleran y surgen nuevos conocimientos e ideas acerca de la realidad personal. Es una guía que nos ayuda a analizar nuestro presente 

—a descubrir los aspectos de nuestro carácter que nos impiden avanzar— y nos propone nuevos esquemas de comportamiento para solucionar cualquier problema. 

En este contexto, las cartas que ancestralmente han infundido temor a quien se acerca a este juego, pierden su aspecto amenazante. Cuando aparecen en una lectura no aluden a hechos trágicos e irreversibles, como suele pensarse. La Muerte, por ejemplo, significa transformación en su sentido más general. Es el cambio por excelencia, la destrucción de las estructuras anteriores que da paso a lo nuevo. Si La Muerte se presenta en una lectura, indica que es necesario modificar todo un modo de vida porque una nueva etapa en la existencia está a punto de comenzar.  

En el Tarot original de Marsella, ese Arcano nos muestra un esqueleto que blande una guadaña de color rojo sangre. A sus pies yacen los desmembrados cuerpos de dos seres humanos. La cabeza simboliza las ideas anteriores; los pies, sus puntos de vista, y las manos, sus actividades.  

Todo aspecto anterior de la vida del héroe ha sido triturado, incluso el principio central que lo guiaba, pues una de las cabezas lleva una corona. Pero esa cabeza irradia vida y anticipa el nuevo orden. “La desmembración se entiende, psicológicamente, como un proceso de transformación que divide un contenido de origen inconsciente para conseguir su asimilación consciente” (Edward Edinger, en Ego y Arquetipos). 

 

Todos los símbolos contenidos en la carta del Arcano de La Muerte hablan de destrucción y renovación. En muchas culturas orientales se encuentra representado ese principio a través del cual muta la vida. La reencarnación, que nos menciona la filosofía hindú, puede interpretarse como el surgimiento de un nuevo ser transformado, que ha pasado por el oscuro momento de una muerte psíquica, para renacer convertido en el nuevo individuo que habrá de continuar su viaje. 

El Arcano de El Diablo, que corresponde a la carta número XV de la baraja, es otra figura arquetípica cuyo significado va más allá de la acción de las fuerzas malignas, que subvierten el destino de un ser humano.  

Según cuenta la tradición judeocristiana, Satán fue expulsado del cielo debido a su orgullo y arrogancia. Desde entonces se dedicó a acechar a los humanos para seducirlos con su encanto y conducirlos a los actos más ominosos. Pero al cabo del tiempo la idea del Demonio se ha ido transformando, para descubrir que aquellas fuerzas incontrolables atribuidas al influjo del mal están dentro de nosotros mismos.  

El terror que la figura del Diablo infunde no es otra cosa que el conjunto de nuestros miedos irracionales que paralizan nuestra voluntad y nos hacen víctimas de nuestros propios impulsos. Tras el desastre de Hiroshima, el ser humano ha descubierto su propia capacidad ilimitada para el mal. Esa carta —que muchos maldicen de antemano, y cuya aparición en la lectura les provoca temor— no es otra cosa que una advertencia acerca de la conducta autodestructiva que puede estar dirigiéndonos en algún momento y que nos desvía del camino de crecimiento e individuación que debe ser la vida. 

El Tarot en manos adecuadas es una herramienta para la reflexión y el autoconocimiento. Es un espejo que aparece ante nuestra vista para explicarnos, a través de ingeniosos símbolos y atractivas imágenes, la mejor manera de emplear nuestro talento e inteligencia en beneficio de nosotros mismos. Detrás de cada carta —hasta la más temible— está una advertencia acerca de nuestra conducta, junto con un consejo sobre cómo superar nuestros obstáculos y aprovechar la experiencia propia. 

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Norma Velazco

Diseñadora de profesión -pero esotérica de vocación- amiga de los ángeles y amante del Tarot. Es experta en sexualidad tántrica. Vive en constante estado Zen aconsejando al que se deje.

Los Calzones de Guadalupe Staff

Aquí hablamos de lo que importa decir, que es generalmente lo que nadie quiere escuchar

Tags   Tarot, esoterismo, Norma Velzco

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