
Lo que el viento a Juárez
por Xóchitl Niezhdánova
"Si producimos lo que consumimos, nos harán lo que el viento a Juárez”. Esas fueron las palabras de nuestro presidente ante el anuncio de las agresivas medidas económicas de los Estados Unidos, con las cuales nos viene provocando el coloso del norte. He ahí una frase memorable, digna de un jefe de Estado de izquierda, como Andrés Manuel López Obrador.
Son muchos los detractores del gobierno actual, y en ocasiones sus quejas no carecen por entero de razón. No obstante, a diferencia de sus antecesores, López Obrador subió al poder con el deseo auténtico de arriesgarlo todo por las clases menos favorecidas. Fue perseverante en su intento por llegar al poder, e incluso tuvo la paciencia de construir un partido que representara de manera más realista las demandas de los votantes.
No ensalzo ni ensalzaré nunca a ningún primer mandatario, y estoy de acuerdo con que todos sean sujetos de escrutinio permanente, con la posibilidad legal de ser retirados de la presidencia tan pronto como quedara comprobada su incompetencia para el cargo. Enrique Peña Nieto, por ejemplo, debió haber dimitido después de la matanza de Ayotzinapa.
Ciertamente, no apruebo el sistema partidista porque lo considero obsoleto; sin embargo, es innegable que AMLO emana de la voluntad de un pueblo enardecido contra el uso indiscriminado del poder.
Aún recuerdo la ocasión en que el Secretario de Gobierno de la antigua administración, Miguel Ángel Osorio Chong, debió salir a “esclarecer” con su discurso a los mexicanos que el poder político podía tomar cualquier decisión sin su participación, como se había asentado en la Constitución. Eso fue después de que el Poder Legislativo había aprobado la Reforma Energética, impulsada por Peña y su grupo, acción que borró de un plumazo casi un siglo de historia.
A diferencia de su antecesor, López Obrador está dispuesto a enfrentar al poder imperialista representado por el presidente más histérico de la historia de los Estados Unidos, Donald Trump, quien desde antes de ocupar la Casa Blanca ya vociferaba contra el pueblo mexicano, con un odio que, según los resultados que le dieron la victoria en el proceso electoral de su país, comparte el cincuenta por ciento de sus compatriotas.
Pero Trump no es el único problema que enfrenta en este momento nuestro presidente ni es el más grave. Quizás sus ideas y acciones para resolver los males del país no resulten las más sofisticadas, pero hay que estar conscientes de que gobernar a una nación como la nuestra representa un desafío de grandes dimensiones.
No hace mucho tiempo, México era considerado un “Estado fallido”, según la prensa internacional. Como si un país pudiera resultar fallido y desecharse igual que una pieza defectuosa de maquinaria. Hay mucho por hacer, muchas estructuras que cambiar y leyes que modificar, pero para eso se requiere la participación de la población entera, por lo que hoy más que nunca debemos estar del lado del líder que la mayoría de los mexicanos eligió para dirigir al país. Más que nunca se requiere la colaboración de los distintos sectores económicos, pues es responsabilidad de todos participar para seguir transformando a nuestra nación, formar parte activa en la construcción de una nueva historia.
No podemos caer en actitudes infantiles y retrógradas que solo merman el ejercicio del poder político del actual presidente. Desde mi punto de vista, la declaración de López Obrador con la que inicié este artículo es una invitación concreta para sumar esfuerzos, para cerrar filas en favor del progreso y evolución de nuestra patria.
