Lilith, paraíso y libertad
por Xóchitl Niezhdánova
Una vez – indagando en los mitos antiguos – me encontré un personaje por demás increíble que atrajo inmediatamente mi atención: Lilith la primera pareja de Adán. Así es. Según algunas mitologías como la hebrea, la sumeria, y la babilónica, la primera mujer que habitó el paraíso no había sido la complaciente Eva, sino la misteriosa Lilith.
Esta mística mujer había sido creada de la misma arcilla que Adán y no de una costilla de él. Por lo tanto, desde el principio Lilith se sintió con la libertad para ostentar los mismos derechos concedidos a su consorte. Era una mujer de carácter fuerte que sabía lo que quería, y que desdeñó permanecer bajo la obediencia de nadie. El primer hecho que despertó su rebeldía fue el asunto de tener que permanecer debajo de Adán a la hora de hacer el amor. No comprendía por qué no podía ser ella la que estuviera encima, esa posición le parecía más agradable y le proporcionaba mayor placer.
Lilith finalmente no se adaptó a ser la obediente y sumisa compañera del demandante Adán, pronunció el nombre de Dios – algo que estaba prohibido – y partió rumbo al Mar Rojo. Dios mandó tres ángeles para hacerla volver, pero ella se negó a hacerlo. Desde ese momento la leyenda que pesa sobre ella es muy oscura. Se dice que se convirtió en súcubo o demonio, que se dedicó a asesinar criaturas y a seducir hombres a los cuales hacía prisioneros. Cara pagó su rebeldía; sin embargo, pese a la mala reputación que la precede, Lilith se convirtió en el primer antecedente de la liberación femenina y resistió a la servidumbre y al patriarcado nada menos que ante Dios mismo, que no pudo doblegar el férreo espíritu de esta mujer guerrera y amante de su libertad.
Yo prefiero quedarme con la interpretación de Jung, que ve a Lilith como el arquetipo de la sexualidad profunda, el lado salvaje de la mujer y el símbolo del elemento central de la psique femenina. Lilith representa definitivamente la unión de nuestro lado salvaje con las fuerzas de la naturaleza. Desde el comienzo fue símbolo de independencia y se negó a someterse a la autoridad convirtiéndose en la primera revolucionaria femenina, por encima de Simone de Beauvoir, y muchas mujeres que han enfrentado al status quo.
Sin duda Lilith es la personificación de los instintos naturales subyacentes en toda mujer. La cábala la menciona y la muestra con una sabiduría superior a la del hombre, siendo la serpiente su sirviente. Las virtudes de Lilith fueron soslayadas porque amenazaron el sistema patriarcal, entonces sus características femeninas relacionadas a la sexualidad el nacimiento y la muerte las asumió un dios varón en las religiones patriarcales de occidente, desconectándolas de la procreación y la maternidad. Así Eva pasó a representar a la esposa obediente en la que Adán podía confiar, y Lilith quedó como el espíritu instintivo y libre de la mujer, que al ser imposible de domar fue despreciado y transformado en demoníaco. No obstante, cabe mencionar que los primeros hebreos continuaron adorando a Lilith bajo el nombre de Astarté, su Diosa Madre hasta el año 70 D.C.
A pesar de todo Lilith simboliza el deseo de la mujer de ser independiente frente a cualquier autoridad patriarcal. Simboliza la necesidad de disfrutar nuestra propia sexualidad y placer en vez de cometernos a la voluntad del hombre. Lilith por lo tanto es el medio para que las mujeres conecten con su sensualidad, con su cualidad sexual primaria o para conectar con su capacidad artística a través de la poesía y otras cualidades que las hacen más libres e independientes.
Nuestra experiencia a través de la naturaleza salvaje – reprimida tantas veces – nos devolverá la necesidad de libertad e independencia latente en nuestro interior, al igual que sucedió con Lilith.
Cuando una mujer reprime su sexualidad, o encubre su capacidad de decir “no”, o teme su propio lado salvaje o el de los demás, necesita entrar en contacto con el trascendental arquetipo de la diosa Lilith, que en un momento crucial del principio de la historia supo hacerse valer y prefirió abandonar el paraíso en aras de su libertad.
