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Las otras

que hay en mi

 

 

                                                                         

por Aitana Lago

Siempre me ha gustado disfrazarme, no sé, es una forma de ser otra y permitirte cosas que tal vez siendo tú, no harías. No estoy hablando de la fiesta de cumpleaños siendo la Mujer Maravilla, hablo de convertirte en la colegiala, en la enfermera, en la bruja, en la policía, en la mujer fatal, eso es lo que me gusta.

No les voy a decir que siempre lo hago, pero muchas veces he sido otra, a ellos no les molesta, créanme, al contrario, les gusta jugar (guiño). Creo que incluso sin necesidad de ponerse un disfraz tal cual, el simple hecho de elegir una lencería coqueta para un momento de pasión, nos hace sentir diferentes, otras, deseadas, hermosas, sensuales.

Pero insisto, para mí el disfraz es la posibilidad de cambiar de personalidad, de actuar como aquella mujer que siempre hemos querido ser pero muchas veces nos da miedo por el qué dirán, ¡al diablo el qué dirán!, hoy te disfrazas de lo que quieras ser y te dedicas a disfrutar, a amar, a reír, a tener sexo como tú quieres, y ellos encantados (o al menos no he conocido a un hombre que no le guste).

Psicológicamente (disculpen que se me atraviese la profesión), disfrazarse nos da permiso para sacar todo aquello que llevamos dentro, porque nuestro cerebro, tan maravilloso como es, nos hace sentir libres, seguros de nosotros. Detrás de un disfraz somos otros, nos desinhibimos, somos anónimos y entonces, ¡quítate que ahí te voy!, juguemos que somos más interesantes, más atractivos, más atrevidos, y no porque nuestras personalidades en sí sean aburridas (aunque sí, la verdad somos un poco), sino porque detrás de estos pedazos de tela sale otra realidad, una más divertida, una que dura poco pero nos alegra mucho.

De por sí, siempre estamos jugando a ser una persona que nos hemos inventado ¿no?, desde niños nos etiquetan, nos dan roles, “tú eres la inteligente”, eso quiere decir que no eres muy agraciada que digamos y así te lo vas creyendo por la vida hasta que alguien te dice “guapa” y te causa un conflicto mental enorme porque te rompe el esquema que aprendiste. Así que si eres la inteligente, o la rara, o la bonita, o la simpática te la pasas en la vida simulando que eso eres, aunque quisieras ser la otra, o por qué no, la bonita simpática o la rara inteligente, o la bonita rara o cualquier combinación que quieras, así que como te cuesta trabajo aceptar que puedes ser todas esas y no sólo una, mejor te pones un disfraz y juegas en serio, sacas tu yo más interno y más libre: tu verdadero yo.

No tengan miedo de disfrazarse, de experimentar la libertad de ser otra que podría ser su yo verdadero, de tirar prejuicios y etiquetas por la ventana, a disfrazarse y dejar los complejos atrás, todas queremos sentirnos atractivas, así que saquen sus deseos profundos, atrévanse y verán lo bien que se siente, por eso a mí siempre me ha gustado disfrazarme.

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Aitana Lago

Psicóloga -de esas que están más dañadas que los pacientes- experimentadora de la vida, cuentera, soñadora y solitaria eterna. Regala vivencias de amor, sexo y venganza para una vida feliz..

Los Calzones de Guadalupe Staff

Aquí hablamos de lo que importa decir, que es generalmente lo que nadie quiere escuchar

Tags   disfraz, otras, personalidades, simulación, Aitana Lago

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