
Las bombachas
por Samantha FLA
Caminaba por el parque Rodó – investiguen dónde es – esperando encontrarme con mi prima, era una tarde soleada, calurosa y a todas luces feliz. En vez de ir al lago o esperar sentada en una banca, decidí caminar por el parque y me encontré con una exposición fotográfica de objetos antiguos. Había de todo en las fotografías: juguetes, aparatos electrónicos, artefactos varios, pero para mi sorpresa me encontré con unas enormes bombachas y como buena calzonuda que soy no resistí tomar una foto a la fotografía (valga la redundancia).
Bombachas, así les dicen a los calzones en Uruguay, siempre me ha dado un poco de risa que le digan así, pero es parte de la riqueza y diversidad de nuestro idioma, con en el que, a pesar de las diferencias, podemos llegar a entendernos, pero ese es tema para otro escrito.
Así que me puse a reflexionar sobre el simbolismo que pueden tener las bombachitas o choncitos, las bragas pues y lo importante que son para las mujeres, sin importar la nacionalidad. Son un elemento básico de la personalidad y del atractivo femenino. Si son pequeñas y ajustadas denotan sensualidad, si son grandes y poco atractivas denotan vejez, si son deportivas denotan una mujer práctica, si son de encaje, de algodón, de colores, de rayitas, de puntitos, miniboxers, o tangas, el significado cambia. Al parecer existe una bombacha para cada forma de ser y para cada momento, ¿será que los hombres eligen sus boxers de acuerdo a la ocasión?, lo dudo mucho y creo que esa es una virtud de ser mujer, la posibilidad de cambiar cada día con tan solo elegir una bombacha.
Además, tener calzones quiere decir que se tiene carácter, valor, agallas y eso es algo que hermana a las mujeres latinoamericanas, tenemos hartas bombachas, vamos para adelante, eso al menos es la impresión que me dejan las hermosas mujeres uruguayas que he tenido el gusto de conocer a lo largo de los años. Mujeres sencillas, trabajadoras, soñadoras, capaces de salir avante a pesar de las adversidades y de recibirte en su casa, ofrecerte un mate, abrazarte y platicar largo rato.
De las mujeres mexicanas, ¿qué puedo decir?, las conozco perfectamente porque soy una de ellas, también somos sencillas, trabajadoras y soñadoras, salimos a flote de los problemas y sí también estamos dispuestas a recibir a los amigos, a ofrecerles un café - o una cerveza- a platicar con ellos y ayudarlos si lo necesitan. En pocas palabras tenemos los chones bien puestos.
En menor o mayor medida uruguayas y mexicanas nos enfrentamos a las mismas problemáticas: la inseguridad, el machismo, la baja autoestima, la economía, los gorditos, la celulitis y el desamor. Al final de cuentas no somos tan diferentes unas de otras, parece que vivimos realidades semejantes al norte y al sur de este continente.
Ya sean bombachas uruguayas o calzones mexicanos, podemos ser distintas cada día, transformarnos sabiendo que podemos ser mujeres fatales, abuelitas, niñas buenas, deportistas, coquetas, sobrias o traviesas tan sólo con cambiarnos las bombachas. ¡Pobres de los hombres que siempre tienen que usar sus mismos boxers aburridos!
