Cuando te sientes solo porque extrañas lo externo, aquellos ojos, su presencia, su voz fuerte y clara, su calor, su compañía, su necedad, sólo queda volver hacia uno mismo y encontrar la otra realidad, la de la dulce compañía, inseparable en tu vida, siempre esperando poder manifestarse, ser vista, ser escuchada, ser sentida intensamente dentro de ti.

Y después del encuentro, el profundo gozo de la unión con la esencia del despertar a la verdad universal, a la luz, al amor, a tu fuente, a tu origen, a darte cuenta que tu cuerpo sólo es un medio de expresión y que él existe porque habitas dentro de él. Ahí en tu interior toman forma todos los sueños porque tu corazón te acompaña con armonioso ritmo, te grita que estás viva. Realiza tus dones que son tus anhelos, porque si los estas sintiendo latir, es que son reales, son tuyos, son posibles.

Toda esta magia se siente cuando estás ahí, dentro de tí en la más profunda intimidad de tu ser, cuando no extrañas, cuando no necesitas, muy al contrario, cuando se agradece la compañía de uno mismo, la consciencia de lo que eres y después de esto, el saber eterno, todo esto como un premio al conectar contigo y que tienes que explicar y compartir a los demás como una ofrenda a sus vidas.

Sí, eres el súper hombre que escogió venir a la tierra a tener una experiencia humana para reencontrarte con tu presencia, con tu raíz, con tu plan divino, no has vivido en vano tantos años, tal vez siglos . Es momento de despertar y darte cuenta quién eres en realidad. Abre los ojos del corazón y deja de ser el esclavo de tu ego envanecido, de tu cuerpo idolatrado, aprende a estar contigo para poder estar con los demás. La oportunidad de inmortalizarte es volver a tu centro y desde ahí transitar por la apasionante existencia humana.