La mujer anónima dentro de mi
por Mariana Tristán
Me despierta la voz de mi mente, ese discurso permanente dentro de mi cabeza, el que no cesa, el que juzga todo y a todos a toda hora, esa mujer anónima y gris que habita dentro de mí, la que se desprecia, la que se avergüenza, la que quiere morir.
Duerme poco esa mujer, en la noche hace silencio mucho tiempo después de que yo caigo rendida por el cansancio, se despierta mucho tiempo antes de que yo abra los ojos, comienza a hablarme dentro del sueño propio, sus palabras me despiertan, tristes, definitivas, lapidarias.
Yo voy perdiendo los sentidos poco a poco, ella ha aguzado los suyos y puede ver dentro de mí. Morir ha sido siempre uno de sus temas, una de sus palabras predilectas. La descubro pronunciándola en mi mente, es así como me despierta, hablando dentro de mí, “ya no queda nada”, “sería mejor morir”. Va introduciendo la idea en el sueño, en la profundidad de la madrugada, “sería más digno morir”. Siente vergüenza de mi, de lo que soy, de la persona en la que me he convertido. Solo ella es capaz de decir de frente las verdades, solo ella puede hablar, le pertenecen las palabras y las frases. Mi territorio es el silencio, mi hábito es el de callar, el de pensar. Pienso en los días que aún me quedan por vivir, me estremecen, los veo como un camino alargado y brumoso que debo andar sola, un camino estrecho y deshabitado.
Me sorprendo pensando en estas cosas en medio de la madrugada, con los ojos abiertos, me sorprendo escuchando su voz. El camino es largo, desolado, nebuloso, está también dentro de mi, como ella, dentro de mi mente, lo he andado al menos los últimos 20 años.