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Crónica Primera

La maleta morada

FUENTE: Pixabay

Por SAMANTHA FLA

Un día cualquiera del año pasado, por un impulso de esos que nunca tengo, compré un boleto para escapar de la realidad, elegí un viaje de ida con una escala de 2 horas en Brasil y luego mi paraíso: Uruguay. La vez pasada había viajado con una aerolínea centroamericana y me había pasado de todo: no llegó mi maleta, sobrevendieron el vuelo, perdí conexión, me quedé un día en Perú, regresé a México en un vuelo maratónico: Lima - San José – Guatemala - México… un desastre, así que esta vez decidí viajar en una aerolínea sudamericana de más categoría (pobre ilusa).

Ya lo dije, esta vez mi viaje de ida tenía una escala en Brasil, despegamos a tiempo (según yo), diez desesperantes horas de vuelo después, aterrizamos en Sao Paulo, para ser recibida con la noticia de que se perdieron conexiones (ya saben ninguna aerolínea se salva de sobrevender sus vuelos), la buena era que la súper aerolínea, tan benevolente conmigo, me había conseguido un vuelo que salía en tres horas para mi destino, claro en otra aerolínea, pero como no era conexión tenía que entrar al país, sacar mi maleta y volver a registrarla en la otra aerolínea (una brasileña con un nombre que sólo una aerolínea brasileña podría tener), hasta ahí todo bien, no vi ningún problema (eran las 6:30 o 6:40 am).

Mi pase por la aduana fue muy tranquilo, pero desde ahí me di cuenta de que los brasileños no distinguen entre extranjeros y nacionales, así que me cuestionan en portugués, a dónde vas, por qué vas a entrar a Brasil, yo en español le comento que perdí conexión que me cambian de aerolínea y debo sacar la maleta, todo bello hasta ahí, incluso puedo entender el portugués (pienso). Paso por la aduana y llego a las bandas, en las pantallas señalan mi vuelo, así que espero pacientemente a que salga mi maleta, y pasan 5 minutos, 10 minutos, 15 minutos, cierran las puertitas y mi maleta nunca salió (¡no, el horror de la maleta de nuevo!).

Me acerco al personal del aeropuerto y en español les comento que me cambian de aerolínea, que tengo que registrar de nuevo la maleta, pero no salió, uno de ellos en portugués me pregunta el número de vuelo y la aerolínea, le doy los datos, busca en el sistema y me dice que la maleta está registrada para un vuelo a Montevideo a las 9:00… pero ¡p.m. no a.m.!, trato de calmarme y le pregunto qué hacer, me dice que debo salir al aeropuerto, buscar a la gente de la aerolínea y decirles que me den mi maleta, todavía hasta ahí la cosa más o menos tranquila, he entendido lo que me dicen y salgo (son al menos las 7:00 am).

No quisiera hacer el cuento largo, pero recorrí tres veces las terminales 2 y 3 del aeropuerto de Sao Paulo, tratando de darme a entender con la gente de la aerolínea que me hablaba en portugués y yo respondía en español, así que nos entendíamos a medias. En mi segunda vuelta con el personal del check in de la aerolínea, y ya en mi desesperación de no entendernos, recurrí al inglés (que no es mi máximo) y entonces nos empezamos a entender, ¿por qué no hablamos antes en inglés?, en nuestra necedad de comunicarnos en nuestros idiomas habíamos perdido mucho tiempo.

Eran las 8 a.m. (el avión salía a las 9), llegué por fin con el departamento de equipaje perdido y esta vez, más por berrinche que por otra cosa, hablé en español con el encargado, me gusta complicarme la vida y no les iba a dar el gusto de hablar en inglés. Explico por quinta vez lo que está pasando y aquí entre el estrés, el enojo y lo surreal de la situación, me relajo, el encargado habla por teléfono a las bodegas (supongo), da el número de registro y me pregunta en portugués (porque ellos también son necios), de qué color es la maleta, le digo: morada y me ve con cara como si le estuviera diciendo un trabalenguas, así que me empiezo a reír (de nervios más que nada) y le digo: morada, púrpura, violeta (pienso vermelho, pero no, eso es rojo), y se va. Pasan unos minutos y regresa, me pregunta de nuevo de qué color es la maleta, y de nuevo le digo; morada (o sea que soy re pinche necia), y se ríe, vuelvo a decir, púrpura, violeta, violet (acá muy internacional), asiente, se va de nuevo y al final me dice que me va a llevar a la puerta de la aduana y ahí me darán la maleta (otra vuelta al aeropuerto), le doy las gracias, bien sé que se dice obrigado, pero como buena necia que soy me niego de decir cualquier palabra en portugués.

Ya para qué les sigo contando, el policía afuera de la aduana preguntándome (por supuesto en portugués), por qué estaba ahí, yo en español explicando; 20 minutos de tortura esperando la maleta y en cuanto me la dan salgo corriendo al check in, eran como las 8:40, llego al módulo de la otra aerolínea y me dicen algo (en portugués), que no alcanzo a entender, seguramente pongo cara de susto porque enseguida me dice la señorita ¿a Buenos Aires?, ¡ah! ahora entiendo, me pregunta cuál es mi destino, contesto que no, que es Montevideo, afortunadamente en la otra aerolínea, que por cierto es mucho más austera, el personal sí hablaba español.

Llegué tres horas después de lo esperado a Uruguay, con mi maleta morada, desmañanada, cansada y pensando seriamente en aprender portugués.

Aeropuerto de Sao Paulo. FUENTE: Pixabay

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