Experimentar la Infidelidad

FUENTE: Pinterest
Por MARIANA TRISTÁN
Lo que recuerdo es un grito estridente, un grito que viene de un dolor muy profundo, uno que no sabías que podías sentir, como si alguien te da con el puño muy fuete en el pecho. No sé si realente grité, o si me imaginé que gritaba porque es lo que tenía ganas de hacer. Lo que sé es que la garganta me dolía después, la sentía desgarrada. El cuerpo también, los brazos, como si hubiera golpeado con todas mis fuerzas una pared, como si me hubiera desecho los músculos y la piel tratando de demoler algo. Lo peor vino después, tal vez muchos días después, el tiempo deja de tener sentido cuando te sucede una cosa así, no recuerdo si fueron días o fueron horas tal vez, pero me recuerdo sola frente al espejo, sujetándome las sienes, con los ojos hinchados y el rostro distorsionado por el llanto. Ya no me reconozco, no soy yo la que está reflejada ahí, tampoco siento que este cuerpo adolorido le pertenece a la que solía ser. Por unos días he dejado de existir. No soy, no estoy ahí. La escencia de lo que soy se evaporó, soy el despojo de alguien, el cascarón. Ya no tengo celos, no siento odio, ni rencor. Soy solo lo que queda después de eso. El vacío, la destrucción.