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Irrelevantes y perpetuos

por Yadira Reyes

 

Dice el historiador y escritor israelí Yuval Noah Harari (Kiryat Atta, 24 de febrero de 1976) en su magnífico libro 21 lecciones para el siglo XXI, que en nuestros días, “el ciudadano de a pie se siente cada vez más irrelevante”, y que esto es debido a que en los eventos académicos y de expertos “se difunden de forma entusiasta gran cantidad de conceptos misteriosos (globalización, cadenas de bloques, ingeniería genética, inteligencia artificial, machine learning o aprendizaje automático), y la gente de a pie puede sospechar con razón que ninguno tiene que ver con ella.”

 

Harari sostiene en este libro –compuesto por una serie de ensayos sobre nuestra actualidad social y las vertientes ideológicas y políticas por las que transita este caótico siglo XXI– que el relato liberal, tan exitoso hasta el siglo anterior, está perdiendo fuerza en los tiempos que corren, que esa es la verdadera razón por la cual resurgen líderes y proyectos populistas como Trump y el Brexit en sociedades altamente industrializadas y avanzadas como los Estados Unidos de Norteamérica o Inglaterra, que hasta hace unas décadas creíamos inmunes al retroceso político y sólidamente afianzadas en la democracia.

 

El relato liberal es –según Harari– el del neoliberalismo, aquél que se basa sobre todo en el derecho inalienable a la libertad política, económica y social, esto es, en el libre mercado, la libertad de expresión y la democracia, ideales que nos enseñaron a defender, alabar y aclamar a la mayor parte de los ciudadanos de los países de occidente nacidos en la segunda mitad del siglo XX y lo que va del siglo XXI, ideales y proyectos ideológicos que hoy por hoy se están desbaratando con el resurgimiento de liderazgos políticos anacrónicos como el de Trump en Norteamérica o el de Putin en Rusia, que abanderan posturas irracionales que creíamos ya superadas como la xenofobia, la homofobia, la discriminación racial y de género, así como la intolerancia y la violencia como forma de convivencia cotidiana entre naciones y sociedades.

 

Y la realidad, si hemos de ser sinceros, es que no hay más que verdades y certezas en este excelente libro del que les hablo, verdades muy dolorosas, pero que nos hacen cuestionarnos el estado que guardan las cosas y el acontecer de nuestro mundo. Coincido casi en todo con Harari. Si el relato liberal en el que los defensores de la libertad creemos y tenemos fe, está perdiendo fuerza y credibilidad frente a las masas, es porque los ciudadanos de a pie, como dice este autor, han dejado de confiar en este esquema.

 

Es verdad, los hombres y las mujeres comunes del siglo XXI nos sentimos irrelevantes frente al desarrollo imparable y espectacular de la ciencia y la tecnología, y conceptos como inteligencia artificial y biotecnología, o ingeniería genética y machine learning nos quedan muy lejos de la vida cotidiana, con todo y que la tecnología y las redes digitales han invadido nuestras vidas de manera contundente durante las últimas décadas, con todo y que los niños de ahora, nuestros hijos, nazcan casi sabiendo cómo manejar un dispositivo digital mejor que nosotros. La realidad es que nos sentimos disminuidos y amenazados, nos sentimos inadecuados y desechables en este mundo moderno y altamente tecnológico, gobernado por ciborgs y algoritmos financieros.

 

No es para menos, si el ciudadano común se siente irrelevante frente a este nuevo arreglo mundial, tanto en lo político, como en lo económico y en lo social, es porque realmente lo es. Los grandes magnates del dinero y la tecnología modernos como Bill Gates, Jeff Bezos o Mark Zuckerberg –quienes realmente gobiernan y dirigen este nuevo mundo– constituyen una élite selecta y reducida de hombres y mujeres formados en las altas esferas de las finanzas y la academia a la que el 99.9% de la población mundial no tiene ni tendrá acceso, y lo que es peor, sus fortunas son ridículamente grandes para nuestro entendimiento. Sus vidas son mucho más incomprensibles e inimaginables para nosotros de lo que eran para los griegos las de los dioses del Olimpo. Una mañana en la vida de Zuckerberg sería para nosotros algo similar a una inmersión en la dimensión desconocida.

 

El tamaño del poder y el conocimiento del que gozan estos magnates es también impensable para nosotros, y lo que con él hacen y podrán hacer resulta algo remoto a nuestro limitado entender. Esto está sucediendo en verdad, es algo real, el mundo cambia de manera radical mientras yo escribo esto y ustedes lo leen, mientras discutimos si estamos de acuerdo o no con la cuarta transformación y nos peleamos como siempre entre chairos y fifís. Y el cambio opera sin que nos demos cuenta, a manos de estos pocos dioses de la tecnología y el dinero que acumulan un poder que jamás en la historia de la humanidad hombre alguno haya poseído.

 

Por eso me ha gustado tanto el libro de Harari, porque cuando lo lees te das cuenta de todo esto, de que nuestro universo y la humanidad –tal como la conocemos– está cambiando frente a nuestros ojos sin que tengamos la menor idea de ello, sin que podamos siquiera entenderlo. Y somos irrelevantes, efectivamente, no solo porque no entendemos las tecnologías especializadas ni los avances más recientes de la ciencia, sino porque nuestro entorno se mueve en direcciones que no nos toman en cuenta, para las cuales hemos dejado de tener importancia.

 

Poco importa si morimos o perdemos nuestros trabajos en masa, si somos sustituidos por una legión de ciborgs controlados por las nuevas tecnologías, a la economía ya no le importa nuestra permanencia ni mucho menos nuestras necesidades humanas, vivimos ahora y viviremos en las próximas décadas un mundo tremendamente cambiante con una economía robótica.

 

Y lo peor de todo es que no solo somos irrelevantes en este nuevo arreglo tecnológico, también vivimos más años, mucho más tiempo que nuestros antepasados del siglo anterior, porque la medicina avanza, y estamos más enfermos, pero vivimos más tiempo, envejecemos, y ahora la vejez dura muchos años.

 

Así que es un destino fatídico pero real, nos hemos vuelto irrelevantes y también perpetuos, como en una pesadilla despiadada de la imaginación más cruel. Si aspiramos a cambiar este panorama tenemos que abrir los ojos, informarnos de lo que importa, dejar de discutir como enajenados temas absurdos que ya a nadie en el mundo interesan, tenemos que despertar y dejarnos de mirar el ombligo.

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Yadira Reyes

Siempre al pendiente de los temas de actualidad, es una mujer proactiva y emprendedora,  una auténtica millennial, dinámica y soñadora. Es valiente y resiliente hasta los huesos.

Los Calzones de Guadalupe Staff

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Tags   Harari, ciudadanos de a pie, Gates, Bezos, Zuckerberg 

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