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Historias de Luis Miguel

FUENTE:  Pinterest                          

Por Daniela Rivera

JULIO 16, 2018

Luis Miguel. La serie es ya el fenómeno mediático más importante de 2018. El reciente estreno del último capítulo de la primera temporada ha confirmado su éxito apabullante, y hasta se dice que la producción se ha planteado ya la posibilidad de una segunda.

 

Por mi parte, debo confesar que yo nunca fui fan de Luis Miguel; por el contrario, crecí escuchando sus canciones en la radio como millones de niños y adolescentes mexicanos, pero lo odié en ese tiempo con todas mis fuerzas por su pose insoportable de estrella pedante del pop.

 

Hecha esa aclaración, comenzaré con esta reseña tan necesaria de la serie de Netflix más vista en los últimos meses. Afirman los que saben que la historia de esta producción es muy apegada a la vida real del cantante que se volvió icono de una generación entera durante las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado.

 

Al parecer, los detalles personales que ahí se relatan contaron con la aprobación del mismo Luis Miguel, así que lo que se les ofrece a los espectadores es la historia auténtica y personal de una figura, cuya vida siempre estuvo rodeada de misterios inimaginables.

 

En un momento en que Netflix y otras plataformas de streaming se han dado a la tarea, a veces excesiva, de llevar a la pantalla las vidas de cantantes icónicos como José José, Paquita la del Barrio o Jenny Rivera, la serie sobre Luis Miguel destaca por ser un trabajo original que no cae en el melodrama barato ni en la exposición simplona de héroes y villanos.

 

Daniel Krauze, autor del guion (y de la novela Fallas de origen, reseñada también en esta publicación en un número anterior), sin duda, se ha apuntado un gran acierto en este sentido, lo que le ha aportado a la teleserie una gran riqueza narrativa.

 

En cuanto a la producción, vale la pena comentar que la recreación de la época ochentera en que se suceden los hechos resulta muy verosímil, y eso se debe a la maestría del equipo de expertos en maquillaje, vestuario, montaje, manejo de cámara, etcétera, quienes han logrado transmitir una notable sensibilidad artística.

 

Y aunque no nos gusta, como a otros reseñistas, adular en exceso, tenemos que admitir que el trabajo actoral merece un sincero aplauso, especialmente el de Diego Boneta (Pretty Little Liars, Rebelde, Rock of Ages), quien le ha otorgado al personaje un inesperado carisma propio que lo hace muy sólido, aunque el talento inmejorable de su coprotagonista, Oscar Jaenada (Cantinflas, Piratas del Caribe, Infierno Azul), en el papel del maquiavélico Luisito Rey, también es digno de reconocimiento.

Pero si hemos de sincerarnos sobre los altos índices de rating que Luis Miguel. La serie ha alcanzado entre espectadores de diversas procedencias, edades y círculos sociales, para nosotros ese magnífico resultado se debe a que el contexto en el que se desenvuelve no solo pertenece a su personaje protagónico; el mundo del Luis Miguel de los setenta, ochenta y noventa es un universo emblemático que le pertenece a toda una generación.

Esa fue la realidad histórica que vivimos millones de adolescentes de habla hispana en México y otros países de América y el mundo. Esas fueron las canciones que escuchamos mientras crecíamos y experimentábamos ese mundo caótico y desproporcionado que nos tocó vivir.

Esta producción nos recuerda las frases que repetíamos, los lugares que frecuentábamos o soñábamos con visitar, los hábitos que imitábamos, los vestidos y los peinados con los que nos disfrazábamos en nuestra ilusa pretensión de pertenecer a un clan que ya en esos años quería traspasar fronteras y convertirse en una identidad global.

Luis Miguel. La serie ha tenido el tino de entrar en nuestro subconsciente y hablarle a nuestro corazón adolescente; ha agitado nuestra memoria de esos años genuinos y voraces; nos ha devuelto el espíritu de desenfreno y rebeldía que alguna vez compartimos todos los que atestiguamos desde la inocencia de la juventud esos años; ha puesto otra vez en nuestras bocas las letras de esas canciones cursis que antes nos daban vergüenza (La chica del bikini azul, La incondicional, Culpable o no, Tengo todo, excepto a ti o Cuando calienta el sol), pero sobre todo ha hecho revivir en toda una generación que ya se ha hecho vieja ese ímpetu de juventud, ahora lejana, que durante esos años tuvo su mejor época.

En Los Calzones de Guadalupe

tenemos buena estrella,

porque podemos soñar y mostrar el alma sin pena

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