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La Generación Emocional

por Xóchitl Niezhdánova

 

Como nunca antes la vida se ha vuelto verdaderamente ardua. Los habitantes del planeta se han ido deshumanizando, se han vuelto individualistas, egoístas e insensibles. Nada de lo anterior es casualidad. Nuestra manera de ver el mundo está directamente vinculada con el sistema económico en el que vivimos, donde se fomenta la competitividad desleal, la ley del más fuerte; donde la bondad es vista como defecto y la inocencia como estupidez. Sin embargo, los estragos que provoca en nosotros esta sociedad acelerada y materialista ya han comenzado a cobrar sus primeras víctimas.

   Los seres humanos no somos robots, por más que la sociedad actual nos impulse a ello. Además de ser “racionales”, somos eminentemente emocionales. Y ciertamente las emociones son nuestro talón de Aquiles, que pueden conseguir que perdamos el control, y reaccionemos ante el mundo con conductas antisociales y enfermas.

   Hace 30-50 años, la vida era más pacífica en nuestra sociedad. Había menos conflictos sociales, la vida laboral era más segura y menos demandantes. Los niños jugaban en las calles sin peligro de ser secuestrados, la gente caminaba por las ciudades sin la tensión de ser asaltados en cualquier momento. El narcotráfico era prácticamente inexistente, y sus efectos no habían llegado a las grandes ciudades, ni a las comunidades en las que ahora los habitantes han tenido que abandonar sus viviendas, creando verdaderos pueblos fantasmas. El bullying no estaba tan generalizado, ni era tan fatal como lo es actualmente, provocando la muerte de niños a manos de otros niños.

   Muchos otros fenómenos atraviesan nuestra vida en sociedad: la trata de blancas, la pornografía infantil, el comercio de órganos, y la lista es interminable. A todos estos conflictos hemos de añadir tristemente la guerra que se ha hecho presente en numerosos países desde la segunda mitad del siglo XX a la fecha. Guerras ocasionadas por intereses políticos y comerciales, en las que millones de habitantes del planeta han dejado la vida, o han visto reducidas sus vidas a la esclavitud prácticamente.

   Desde luego que un panorama tal, ha ido haciendo cada vez más difícil la vida de todos los seres humanos, porque además de poner en peligro la vida misma, el estrés social, presente en todos los escenarios, hace tiempo comenzó a provocar una neurosis que se ha ido extendiendo como reguero de pólvora entre toda la población mundial. Esta enfermedad comenzó por afectar a los adultos, y ahora también se extiende a la población infantil. Pero la neurosis no es el único problema mental que pone de manifiesto la inadaptabilidad de los seres humanos a la vida moderna. Los suicidios en la población juvenil hicieron su aparición en las últimas décadas y a últimas fechas se han extendido a la población infantil. Todo tipo de trastornos mentales han hecho su aparición en este siglo y las ya existentes han incrementado sus cifras. La depresión se ha vuelto un mal común a todas las edades, y la ansiedad es un mal con el que se debate a diario una parte cada vez más importante de la población del planeta. Los desórdenes alimenticios han incrementado sus cifras alcanzando incluso a la población infantil. Todas estas dolencias están estrechamente asociadas al estrés y a las exigencias en la forma de vida actual.

   En esta sociedad embebida en acumular riquezas para que los países no quiebren, como si estuviéramos en un tablero de La Bolsa de Valores, los individuos más vulnerables son, desde luego, los niños, que poco o nada entienden de este juego de valores que rige la vida actual.

 

  Nuestras emociones son violentadas por una sociedad que nos exprime cotidianamente, y nos conduce a una vida caótica sin razón alguna. Esta forma de vida alterada rompe con la estructura original de nuestro funcionamiento como seres vivos, alejándonos cada vez más de los patrones de conducta inherentes a nuestra especia. Se altera nuestro ritmo circadiano, el ambiente que debe existir para que nuestro sistema funcione, y la alteración de nuestros hábitos en todos los órdenes daña nuestro funcionamiento mental y orgánico.

  Las explosiones de ira, el odio, la pulsión de muerte, las tendencias autodestructivas, se propagan irreversiblemente, poniendo en riesgo la convivencia social y nuestra sobrevivencia en medio de un caos fabricado que nos va conduciendo subrepticiamente a perder el sentido de la existencia, y el amor natural por la vida.  Nuestro deseo de permanecer, como diría Spinoza.

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Xóchitl Niezhdánova

Ingeniera de la vida y poetisa de mente, soltera por descuido que no deja de creer en el amor. Viajera en el mundo de los sueños, eterna distraída y pintora.

Los Calzones de Guadalupe Staff

Aquí hablamos de lo que importa decir, que es de lo que todos queremos hablar

Tags  Generación Z, emociones, depresión, ansiedad, Xóchitl Niezhdánova

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