El escuadrón de respuesta rápida
por Guadalupe Cerezo
En plena avenida, una mañana estival, ni remotamente pensé que me vigilaran. El instinto me alertó al escuchar una marcha suave detrás de mí. Cuando giré el rostro, perpleja, vi las tres sombras aladas que como soldados me acechaban como en espera de una orden.
Apresuré el paso, y luego escuché el aleteo cada vez más cerca de mi cabeza. Ya frente a mí, uno de ellos me disparó excremento al rostro. A mis espaldas, una mujer corría con una escoba en las manos y decía: “¡Otra vez se escaparon…!”
Luego, los tres guajolotes revolotearon un poco, se reagruparon y se retiraron en fila india con un escandaloso gorgoroooo... gorgoroooo... gorgoroooo. Quedé paralizada por unos segundos, hasta que finalmente pude exhalar un sonoro “¡uffff!”