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El Envidioso

                                                                     FUENTE: Pinterest

Por XÓCHITL NIÉZHDANOVA

Las personalidades que se dejan dominar por la pasión de la envidia son las que en algún momento de su infancia, perdieron o creyeron perder su mundo de ensueño, su derecho al amor paterno o materno. Este profundo dolor infantil, con el tiempo, se transformó en una especie de melancolía nostálgica, carencia irremediable de algo propio que el destino les “arrebató”. Estos personajes desde pequeños se consideran un poco víctimas, al haber sido desplazados de su lugar de hijos mimados, por un nuevo hermanito. Se consideran “especiales” por ello y digno de compasión, aunque se ven a sí mismos como superiores a los otros en sensibilidad y capacidad de sufrimiento por otro individuo. De esta manera conforman un carácter en torno a su sensibilidad exacerbada, que los vuelve un poco románticos y de espíritu artístico. Mantienen una constante infelicidad interna, un aislamiento interior, y se sienten diferentes en un mundo en el que todos parecen ser felices.

El Envidioso se pasa anhelando la oportunidad o la relación perfecta, esto lo arroja a un mundo de fantasía construido por ellos mismo desconectándose de sus necesidades más básicas. Corren el riesgo de acostumbrarse a sufrir por razones que desconocen y hacer del sufrimiento una práctica de vida, conformando toda una visión un tanto pesimista del mundo que los rodea. En ellos hay una autoimagen pobre, una predisposición a sufrir más de lo necesario, una gran dependencia del amor de los demás, un sentimiento de rechazo crónico y una tendencia a la insatisfacción. De este modo la característica principal del Envidioso es la permanente sensación de carencia, siempre les falta algo para ser felices. Acarrean una eterna insatisfacción por lo que falta en el presente y lo que se perdió en el pasado. Siempre recordando los infortunios y las ocasiones en que fueron víctimas de algo trágico.

Existen subtipos de vanidosos: El que odia y reclama abiertamente lo que le falta. Este suele estar movido por el rencor y el resentimiento y su motor interno es la competencia, siendo arrogantes con frecuencia. El subtipo “social” que exhibe su tristeza y vulnerabilidad para obtener ayuda de los demás. Y el subtipo denominado de “conservación” que pone su sensibilidad al servicio de los necesitados y víctimas de la injusticia. La personalidad de El Envidioso recuerda a menudo a aquel libro escrito por Paul Watzlawick titulado “El Arte de Amargarse la Vida”.  Él vive en el mundo de sus ilusiones, de su imaginación y sentimientos, presentando estados de ánimo cambiantes. Piensan sobre sí mismos que están llenos de defectos, sobre todo si la ganancia secundaria es sentirse originales o singulares. Es decir, el Envidioso tiene una imagen de sí mismo como alguien románticamente trágico, pero al mismo tiempo elitista y superior al resto. Al momento de compararse con los demás queriendo emular a los que cree mejores a él, surge el sentimiento de envidia, pensando que la vida de otros es mejor que la suya.

En su lado luminoso El Envidioso puede resultar idealista, con buen gusto y alto sentido de la belleza. Poseen una rica subjetividad y son hábiles para el pensamiento metafórico. Logran ver los símbolos que la realidad presenta, y junto con la emocionalidad que suelen poseer, puede realizar grandes obras de arte. Sus mayores prioridades son la auto expresión y la búsqueda del conocimiento de sí mismos. El Envidioso es sinestésico por naturaleza, perciben la realidad a través de una mezcla de sensaciones que provocan en ellos diferentes grados de emoción. Todo en su entorno resulta un estímulo para su deseo de expresión. Transforman el dolor que la vida ofrece en ocasiones, en algo significativo a través de su creatividad. Debido a la expresión de su subjetividad pueden fungir como maestros o psicoterapeutas. Poseen gran empatía, y son buenos escuchas. Para el Envidioso lo más importante es ciertamente emplear su creatividad para embellecer su mundo, ya que tienen una rica vida interior que necesita ser manifestada.

En su lado oscuro El Envidioso puede enfocarse obsesivamente en lo que le falta y entonces, volverse negativo y crítico. Sintiéndose inconforme y miserable con lo que tiene. Puede volverse introvertido e idealizar otros tiempos y otros lugares que ya no corresponden a su vida actual. Vive así en el pasado o en el futuro. Pero su envidia no se refiere a cosas físicas, desde luego, sino al bienestar y felicidad que cree observar en otros. Pueden resultar con un comportamiento neurótico a la hora de querer ser vistos como especiales y únicos. Y Convierten su auténtico sentir en todo un melodrama. Pueden resultar quejosos y nostálgicos, exigiendo reconocimiento y rechazando al mismo tiempo a las personas que aprecian y comportarse de una forma competitiva y rencorosa con los demás, sin poder disfrutar de los éxitos propios. Llegan a ser muy malhumorados y excesivamente sensibles, masoquistas y extravagantes a la hora de auto devaluarse. Sin darse cuenta suelen resultar altamente autodestructivos. Con un deseo insano de castigarse a sí mismos y a los demás.

La única forma de liberación para el Envidioso esta en tomar su sufrimiento personal crónico, y convertirlo en empatía hacia todos los seres vivos, llegando así a la compasión. Una vez logrado este aprendizaje podrá ver que nunca hubo carencia alguna, y que siempre lo tuvo todo, porque su propia naturaleza es completa y perfecta.

Algunos Envidiosos famosos son: Vincent Van Gogh, Frida Kahlo, Dali, Kurt Cobain, Pedro Almodóvar, Lady Gaga, Alanis Morissette, Bjork, Amy Winehouse, Janis Joplin, Johnny Depp, Nicolas Cage.

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