Disforia Premenstrual

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Por LILY VEGA
Hace poco, un compañero de trabajo se molestó conmigo a causa de un comentario sin importancia. Su reacción fue exagerada, y de pronto me hallé en medio de una ola de insultos y ataques agresivos, que más bien parecían provenir de una mujer histérica, según las descripciones clínicas de Freud, que de un hombre de treinta años. Estuve a punto de decirle a mi compañero la conocida frase sexista “¿Acaso estás en tus días?”. Afortunadamente me abstuve a tiempo, y guardé silencio.
Es tan fácil caer en la red de machismo y misoginia que se extiende por nuestro tejido social actualmente, que incluso las mujeres despreciamos y criticamos las características propias de nuestra femineidad, y aquella conducta denominada superficialmente “histérica” que Freud asignó en sus estudios psicológicos exclusivamente a las mujeres. Entre tantos aspectos del ser mujer, uno de los más repudiados es precisamente el que nos permite perpetuar la especie, esto es, El periodo Menstrual. Sin embargo, sólo las mujeres hemos vivido en carne propia los síntomas en ocasiones inhabilitantes de este episodio propio de nuestra fisiología, que toca a nuestra puerta mes con mes.


De hecho, el trastorno disfórico premenstrual (TDPM) es un conjunto de síntomas mucho más graves que el normalmente conocido síndrome premenstrual. Las mujeres que padecen disforia premenstrual presentan síntomas de depresión graves, irritabilidad y tensión antes de la menstruación. Algunos de los síntomas de ésta afección son: ansiedad, depresión mayor, trastorno afectivo estacional. En ocasiones, los elementos que contribuyen a la aparición del trastorno son el abuso de alcohol y otras sustancias; un trastorno de la glándula tiroides, sobrepeso, o aspectos hereditarios.
Todos los síntomas del TDPM son graves y debilitantes. A causa de ello, la mujer puede presentar: falta de interés en las actividades cotidianas y en las relaciones con los demás; fatiga y falta de energía; tristeza, desesperanza e incluso pensamientos suicidas; ansiedad; sentimientos de pérdida de control; altibajos en el estado de ánimo, ataques de llanto; ataques de pánico; irritabilidad o ira persistente; dolor de cabeza, muscular y articular. Todos estos síntomas pueden resultar tan intensos que interfieran con la vida diaria de una mujer.
Aunque el TDPM es tratable, muchas mujeres tienen que aprender a convivir con él y cambiar su estilo de vida en función de un trastorno que hace presa de ellas, dominándolas por completo cada veintiocho días y a veces durante todo un mes.
Esta clase de afecciones ocasionadas por el funcionamiento hormonal del cuerpo femenino, son desconocidas en la mayoría de los casos por el resto de la población. Es necesaria una cultura de la salud para comprender este y otros problemas que afectan exclusivamente a las mujeres. Muchas mujeres se han visto precisadas a la internación clínica, ante un fenómeno que en principio debería ser algo normal. Desde luego, la mayor parte de los individuos que conforman nuestra sociedad machista y discriminadora, lo desconocen. Para la mayoría es fácil hacer objeto de burla un tema tan sensible, e intentar segregar a la mujer de la sociedad en que vive, mediante actitudes hostiles, comentarios y conductas hirientes que sólo denotan una gran ignorancia respecto de los temas referentes a la mujer y constituyen un rechazo velado a su presencia en los centros de trabajo y otros lugares a los que nosotras hemos logrado tener acceso por nuestras competencias y nuestro desempeño como individuos que también formamos parte del mismo grupo social.
Hay que ser cuidadosos a la hora de emitir un juicio, porque podemos estar atacando indirectamente a nuestras madres, a nuestras hermanas, a nuestras hijas, a nuestras esposas. Hacer conciencia de las características de cada uno de los dos sexos es de la mayor importancia, y frente a actitudes de repudio y discriminación, una actitud de empatía hacia la mujer sería un primer paso fundamental para transformar nuestra sociedad y hacerla más equitativa.

