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Diferencias

innegables

 

 

                                                                         

por Aitana Lago

Como psicóloga, sé que hombres y mujeres tenemos diferencias en las conexiones cerebrales, funcionamos distinto: ellos conectan con los hemisferios separados y nosotras con los dos al mismo tiempo; por eso no nos hacen caso cuando están viendo televisión, mientras que la mayoría de las chicas podemos hacer varias cosas al mismo tiempo.

 

Eso mismo se refleja en la forma en que se procesan los pensamientos y los sentimientos, y creo que esa es la fuente principal de pleitos y separaciones.

Un ejemplo clarísimo de nuestros distintos modos de pensar y sentir se puede ver en la manera en que afrontamos el duelo después de la separación: es común que las mujeres —al principio— suframos, lloremos, estemos desconsoladas y deprimidas, mientras que ellos están tranquilos —a veces aliviados—, siguiendo con sus vidas como si nada, pero pasado el tiempo las cosas cambian: nosotras nos sentimos aliviadas y estamos superando la relación, y ellos comienzan a dudar, a sentirse solos, e incluso piensan en regresar.

 

No es algo que yo haya inventado, ¿¡eh!?, lo investigué porque se han hecho estudios al respecto. Resulta que las mujeres experimentamos mayor dolor inmediatamente después de una ruptura amorosa, pero nos recuperamos antes que los hombres, quienes simplemente siguen adelante, pero tal vez nunca superen la separación (¡¡¡tómenla!!!).

 

O sea que nosotras sí somos unas dramáticas, pero luego nos recobramos y hasta somos más fuertes emocionalmente, mientras que ellos no hacen drama, lo toman con calma, siguen adelante, pero no superan las relaciones. ¿Por qué es así? De acuerdo con un estudio realizado entre la Universidad de Binghamton y la University College de Londres, enfocado en el comportamiento de hombres y mujeres al finalizar una relación, la respuesta se encuentra en la evolución, digamos que es algo biológico, ahora les explico.

 

Un encuentro amoroso podría significar, para la mujer, nueve meses de embarazo y varios años de lactancia y cuidados, mientras que para el hombre no siempre significa un compromiso a largo plazo, pues podría irse sin invertir tiempo o comprometer su físico. Eso quiere decir que, gracias a la evolución y debido a la inversión biológica que supone un hijo, la mujer se ha hecho más exigente al seleccionar una pareja de calidad, y es por eso que cuando una relación termina a ella le duele más, digamos que su esfuerzo en seleccionar al compañero ideal fue en vano.

 

Por su parte, los hombres —desde el punto de vista evolutivo— están diseñados para acaparar a todas las mujeres que puedan —o se dejen—, y por eso no les duele tanto al principio el término de una relación; sin embargo, con el paso del tiempo —y sobre todo si consideran que la expareja era de calidad—, comprenden que deben volver a competir con otros machos para encontrar a una nueva, y es cuando sienten la verdadera pérdida.

 

Además, la investigación señala que el hombre tiene una manera más autodestructiva de vivir una ruptura amorosa —que puede durar meses o años—, digamos que se clava en su dolor y no sale de ahí, aunque siga con su vida.

 

Es probable que el hombre tarde más en reflexionar y en aceptar sus sentimientos porque no solamente se trata de lo biológico, sino también de lo social, de la manera en que afronte lo que está viviendo y en la medida en que se permita sentir y expresarse, porque, aunque lo neguemos, fuimos criados en un contexto machista, en el que quien llora es mariquita y pobre de aquel que sufra por amor, porque se cuestiona su masculinidad.

 

Sea como sea, cada uno de nosotros es único y se desenvuelve de distinto modo; es decir, lo que arrojan los resultados del estudio no debe constituir una ley absoluta, pero sí una pauta para entender nuestras innegables diferencias y tratar de encontrarle la cuadratura al círculo.

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Aitana Lago

Psicóloga -de esas que están más dañadas que los pacientes- experimentadora de la vida, cuentera, soñadora y solitaria eterna. Regala vivencias de amor, sexo y venganza para una vida feliz.

Los Calzones de Guadalupe Staff

Aquí hablamos de lo que importa decir, que es generalmente lo que nadie quiere escuchar

Tags   relaciones, pareja, amor, desamor, psicología de pareja, Aitana Lago

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