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Saben que yo también soy netflixmaniaca y en estas últimas semanas he visto varias series, sobre todo de las que se ha estrenado segunda o tercera temporadas: You, Sabrina, Sex Education, Titanes y otras más. Dentro de este catálogo, una que no me decepcionó y me gustó tanto como la primera temporada es Diablero, una serie mexicana que se aleja de los temas que últimamente se han repetido una y otra vez: la violencia y el narco.

 

Para quienes no han visto Diablero, es una producción que difícilmente podría clasificar, pues está entre el terror, la fantasía y la comedia, sí, así como lo leen, es una historia nada convencional, pues, aunque podría sonar a una típica serie sobrenatural de hombres que persiguen demonios, no lo es, pues no estamos tratando con exorcistas comunes y corrientes, sino con una familia mexicana que, sí, se dedica a cazar chamucos –entre otros seres–, pero a través de rituales ancestrales. Una familia que de tradición es mística y diablera.

 

Desde el primer capítulo te quedas clavado con la serie, pues el carisma de Elvis Infante (Horacio García Rojas), te atrapa, y ni qué decir de Nancy (Giselle Kury), una especie de receptáculo humano, una joven contenedora de demonios que se une a Elvis para provocar y atrapar a los malvados demonios. En este equipo de cazadores también está Keta (Fátima Molina), la hermana de Elvis, una mujer con grandes habilidades como diablera, una poderosa mística cuyo hijo – Mayakén – ha desaparecido misteriosamente. Además, al grupo se une el padrecito Ramiro (Christopher Von Uckermann), un cura no tan convencional, que es quien inicia esta historia, pues en la búsqueda de su hija se acerca al diablero para contratar sus servicios.

 

Para completar el cuadro están El Indio (Humberto Busto) y sus hijas Thalía (Mariana Botas) y Paulina (Dulce Neri), unas joyas de los bajos mundos, unos villanos no tan villanos, más bien unos oportunistas negociantes de demonios y otras ánimas, vividores y cínicos, personajes que le dan un toque aún más divertido a la serie y que son rivales directos de los diableros – aunque tienen un secreto bien guardadito –.

 

Lo interesante de Diablero, además de ser una serie original, es que tiene un toque cien por ciento mexicano, pues se pueden encontrar referencias al misticismo indígena, el uso del náhuatl, y la presencia de otras figuras muy nuestras. Además, se puede experimentar la vida del chilango promedio, de ese México común, corriente y surreal que pocas veces podemos ver en la pantalla con tanta trasnsparencia. Por si fuera poco, en la segunda temporada podemos encontrarnos con símbolos del México actual como nuestros héroes enmascarados: los luchadores, y si ponen atención se toparán con varias leyendas del rock mexicano en los bajos mundos del misticismo, pues la música es otro toque especial que tiene esta serie.

 

Elvis, Nancy, Keta, Ramiro, Issac (El Indio), Thalía y Paulina, forman un elenco sobrenatural, nos regalan personajes muy peculiares y carismáticos, compas que podemos encontrar en la esquina y con los que nos podemos identificar fácilmente. Se trata de un reparto en el que se evidencia nuestra diversidad, pues podemos ver a los morenos – típicos mexicanos – y al mismo tiempo a los güeritos – que también son mexicanos –, es decir, el pueblo tal cual es, como lo vemos en la vida diaria, ni unos, ni otros: todos.

 

Diablero está lleno de demonios –obvio–, pero también de ángeles y por supuesto de humanos que quieren usar a estos seres para su conveniencia, ya sea para el bien o para el mal. Sí, es fantasiosa, sí tiene sus toques de terror y sí tiene mucho de comedia, de ese humor que distingue al mexicano, de ese arte de reírnos de lo malo y buscarle el lado bueno hasta al diablo.

 

Esperemos que Netflix le siga apostando a series poco convencionales como ésta, historias que salen de lo cotidiano y que además muestran los muchos méxicos que somos. Por mi parte, diré que necesitamos una tercera temporada, no podemos quedarnos sin saber qué pasará con Mayakén, hacia dónde irán los diableros y qué nos depara el futuro, tengan por seguro que en cuanto salga ahí estaré pegada a la pantalla una vez más.