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Declaración de Oficio

FUENTE: Pixabay

Por ABRIL CELINA  

Mayo 08 2018

Amo la invitación del último hombre con quien nunca estuve, para hacer el amor, con la condición, dijo él, de que fuese una sola vez y para despedirnos.

Ato cada mañana los agravios del pasado, preparando mi café, mientras observo la belleza colorida de esos objetos cotidianos con que construí mi vida.

Matarile solitario del ayer, establece la rutina del ahora y define, rile ro, la pasión de las acciones con que nutro mi memoria de múltiples emociones.

¿Qué quiere usted? Pregunta por demás privilegiada, a la que negaron el derecho de expresar, a muchas mujeres silenciadas. Y, no obstante, yo me atrevo, yo respondo:

Yo quiero reír el oficio del amor que se canta placentero, entre las notas de una invitación, para gozar del cuerpo entero.

Yo quiero defender el oficio de ser yo misma, respetando la certeza de mis decisiones, mientras ante el espejo ajusto la felicidad de mis convicciones.

Yo quiero escribir el oficio de la palabra, que subyace en nuestra historia, si con ello esta mujer se declara y se confirma transgresora.

Escoja usted, interrumpe acostumbrado, el coro de lo social que por mucho que se acalle, suele exigir un punto final.

Yo escojo todo lo que he dicho que quiero, y hasta me doy el permiso de explorar, aquello que se cuestiona como adecuado para saborear.

El coro de lo social, que por casa siempre empieza y allá afuera cobra fuerza, contradice disgustado mi elección: le daremos soledad, burlaremos sus errores, juzgaremos como nadie todas sus contradicciones.

Yo los miro, los escucho, yo los pienso y luego siento que amaré aquellas miradas que me amen una vez, y refinaré el arte de atar, este mundo de revés, que a través de mi palabra yo reinvento como sombra, de los vericuetos de esta ronda que aprendí siendo una niña.

Amo, ato, matarile, rile ro, ¿qué quiere usted? Matarile, rile ro.

Yo los miro, los escucho, yo los pienso y yo declaro: que desde el centro de mi adentro, y hasta los límites de esta piel, se construye entre los versos la amorosa fortaleza del oficio de ser mujer.

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