De lo aprehensible
La imagen de Monsieur Voyeur
por la Redacción
Me gusta ver las fotografías de las modelos big size por la apariencia de su cuerpo aprehensible. La atracción que producen en mí las imágenes de su rostro y cuerpo, claros y llenos, me remite al recuerdo de tres mujeres rollizas y atractivas —no sólo por la generosidad de sus proporciones, sino también por el espíritu ingobernable y echado padelante que en muchas ocasiones me mostraron— que conocí en distintas etapas de mi vida.
Angélica, Diana e Irma me obsequiaron su valiosa amistad, y parecían hechas de una misma madera: eran poseedoras de una sensualidad peculiar y una inteligencia aguda, muy apreciadas entre personas de naturaleza distinta, tanto varones como damas.
Me agradaban por sus dotes de cuerpo y mente: sus curvas nutridas, sus redondeces pronunciadas me producían un gozo dilatado; así como su apetito siempre insatisfecho de hurgar en todos lados para encontrar distintas maneras de trascenderse.
Irma, Diana y Angélica no se conocieron ni se conocen todavía, y dudo mucho que hubieran podido o puedan ser amigas; de hecho, muchos años han pasado sin que yo haya recibido alguna noticia de ellas, aunque conservo buenos recuerdos y una aprehensión íntima de sus encantos.