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​Ángeles

por Xóchitl Niezhdánova

 

Ni siquiera fui yo la que los trajo al mundo. Pero ellos me hicieron sentir mi primera alegría, y mi primera ansiedad. Afortunadamente están muy lejos del agujero negro de mi locura y mis yerros, pero muy cerca de este mudo incierto y temible. Ellos son mi tesoro. Los que le dan sentido a mi vida, los que me han ayudado a ahuyentar, un poco, mi caos interior, desde que comenzaron a llegar al mundo. Ellos son mis verdaderos maestros, los que ponen freno a mis dislocaciones mentales. Aunque a veces sus lecciones sean cruelmente dolorosas. He vivido todas sus etapas, y llorado las lágrimas de algunos. Hubiera querido cobijarlos bajo un ala omnipresente que los librara de la pena, la amargura, el desengaño.

Crecieron portentosos, dotados de una magnífica percepción e inteligencia, de una sabiduría inusitada y un amor prodigioso que, no obstante, en esta época, los hace susceptibles de ser parasitados por individuos tóxicos y llenos de maldad y egoísmo. He compartido sus logros, sus avances, y también he sufrido su dolor. Hubiera querido que llegaran a un paraíso de concordia, donde no existiera la envidia, la codicia, la maldad. Pero a veces pienso que llegaron a embellecer un poco nuestra tierra, con su sublime corazón y su creatividad ilimitada.

No sé qué tan terrestres se perciban, o si son conscientes de ese espectacular par de alas que les crecen un poco más, cada año que cumplen. He jugado con ellos, aunque ya no lo recuerden. Y su infancia es mi recuerdo favorito. Enfrentaron, demasiado pronto, los avatares de la existencia, y mi corazón se ha fragmentado en mil con cada uno de sus sufrimientos. Sin embargo, confío en que sus experiencias los hagan más fuertes y se conviertan en adultos de una raza única y evolucionada que comparta sus portentos con este planeta de almas extraviadas. Afortunadamente ya no es tiempo de mártires, sino de líderes sabios y bondadosos que esparzan el lenguaje del amor por el mundo, como ellos.

Cada uno transitará el camino inscrito en sus genes, su pasión y su deseo. Nada podrá impedirlo. Quienes los amamos, estaremos ahí como una red protectora que les evite la caída, tras cada malabar, cada pirueta al aire. Aguerridos, prudentes, impulsivos, precavidos, serán lo que traen en la sangre, lo que ya han demostrado de muchas maneras. Y nosotros solo los amaremos incondicionalmente. Sé que están dispuestos a escalar montañas en búsqueda de su propia verdad. Y que habrán de encontrarla. A mí me toca no aficionarme al dolor, para animarlo cuando el sufrimiento los habite, festejar su alegría, y compartir sus victorias. Somos dos partes de un mismo engranaje. Nos movemos al unísono, sin importar la distancia ni el tiempo.

Para mí son seres perfectos, y sus errores solo los ayudan a crecer y a adaptarse a su tiempo, son peldaños hacia su plenitud, hacia la realización de todas sus potencias. Es inevitable soñar a través de sus sueños, vivir sus aventuras y hacer nuestros sus triunfos. Curar sus heridas cuando sea necesario pero confiar en su propia intuición y su natural sabiduría. A veces, el tiempo nos distancia, pero los valores trascienden y el amor que les dimos crecerá sus alas.

Preciosos ángeles mortales, dueños de su libertad, del tiempo que les corresponde. Ojalá nuestra experiencia los contenga, y los acompañe en su sendero, así como nuestros padres guiaron el nuestro. Sus destinos habrán de ser mejores, porque vinieron a evolucionar, a ser felices. Jóvenes ángeles que anidan siempre en mi corazón y en mi pensamiento. Mi vida les pertenece y mi tiempo es el puente que les brindo para que transiten confiados su destino. Aunque seguramente sus alas les sean suficientes para remontar la vida, y encontrar a sus pares en un mundo que habrá de ser reconstruido desde los cimientos, como legado de una próxima generación invencible.

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Xóchitl Niezhdánova

Ingeniera de la vida y poetisa de mente, soltera por descuido que no deja de creer en el amor. Viajera en el mundo de los sueños, eterna distraída y pintora.

Los Calzones de Guadalupe Staff

Aquí hablamos de lo que importa decir, que es generalmente lo que todos queremos escuchar 

Tags  hijos, sobrinos, familia, ángeles, amor, Xóchitl Niezhdánova

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