
¿A qué le tienen miedo?
por Aitana Lago
Platicaba el fin de semana con una amiga sobre el eterno tema de conversación: los hombres, y nos preguntábamos por qué algunos de ellos tienen esa necesidad de coleccionar, acumular, probar varias mujeres. Ella me decía que un psicoanalista comentaba que, bajo ese deseo de conquistar a las hembras se esconde un lado homosexual. Yo, aunque soy psicóloga, no simpatizo mucho con las ideas de Freud, pero siempre he creído que tener muchas mujeres y no comprometerse con una es un reflejo de inseguridad, de una necesidad de demostrarse a ellos mismos y a la sociedad que son machos, que pueden tomar a las mujeres que quieran para sentirse capaces, aunque a mi parecer se queden vacíos siempre.
Si se analiza desde el punto de vista biológico, ya lo decía Darwin en el Origen de las especies, evolucionamos mediante la selección natural y eso quiere decir que sobrevive el más apto. Para que esto suceda, el macho debe reproducirse con cuantas hembras pueda, así sus genes son predominantes y continuarán existiendo. Muchas veces lo olvidamos, pero somos animales, los instintos nos guían en muchos sentidos, y el sexual no es la excepción, así que por el lado biológico el macho necesita esparcir su semilla y por eso busca acostarse con cuanta mujer se le cruce en el camino – y se deje –, digamos que es algo natural; sin embargo, porque hay un sin embargo, somos seres racionales –se supone– y en ese sentido el hombre podría controlar su instinto perpetuador y atender a sus emociones.
En cuanto a lo social, si consideramos que somos todavía machistas – unos más que otros – el casanova goza de popularidad, ya que es visto como un hombre exitoso, un macho alfa, un fuera de lugar. Le gusta presumir sus conquistas, va por la vida pregonando sus logros y se mofa del hombre que ha decidido tener una relación estable, simplemente porque eso es aceptado por la sociedad. Estudios de diversas culturas han encontrado que se castiga a la mujer por tener múltiples parejas, ser infiel o adúltera, pero al hombre no. Sin embargo – otro sin embargo –, cada vez son más los hombres que optan por la monogamia y no se arrepienten; entonces, sí es posible estar solamente con una mujer, es cuestión de estar dispuesto a ello.
Desde la mirada psicológica, que es la que más me interesa – y la cual me puse a investigar – se han encontrado distintas razones por las que el hombre busca tener cuantas mujeres puedan. La primera es el miedo al compromiso que se remite a una conducta infantil que cubre con la seducción. El mujeriego pretende tapar su carencia de virilidad y su poca autoestima comprobando una y otra vez su capacidad para conquistar y excitar a las mujeres, acción que – en un principio –, le hace sentirse más valioso, pero al final no es suficiente – porque la carencia es interna –. Otra razón es la incapacidad para involucrarse emocionalmente con una mujer, que no es más que un reflejo del amor que recibió (o no) en la infancia, en su núcleo familiar, y del ejemplo de relaciones personales que presenció, por tanto, no quiere mostrar su verdadero yo porque no quiere sentirse vulnerable.
Regresando al inicio de este texto, efectivamente la psicología señala que, en muchas ocasiones, la actitud compulsiva de coleccionar mujeres esconde una tendencia homosexual, pues el hombre no acepta su condición y necesita reafirmar su heterosexualidad teniendo el mayor número de parejas posibles – ojo, no estoy diciendo que todos los hombres adictos a las mujeres escondan una homosexualidad –. Y, finalmente, hay hombres que buscan constantemente la figura de su madre, se la pasan yendo de una mujer a otra para cumplir su freudiano complejo de Edipo.
Así que, queridos, el hecho de que se sientan unos donjuanes y pretendan regar su semilla por la vida no los hace más hombres, los evidencia como incapaces emocionales e inseguros eternos que necesitan reafirmar su condición de machos. ¿A qué le tienen miedo?
